Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata

Hace seis años, el 29 de enero de 2015, el New York Times publicó un artículo escrito por el entonces Vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, titulado “Un Plan para Centro América”. Se refería al lamentablemente fracasado Plan de la Alianza para la Prosperidad, que el Presidente Barak Obama le había encargado liderar. Quiero citar algunos párrafos de ese artículo que me parecen trascendentales y vigentes: “… la seguridad y prosperidad de Centroamérica están indisolublemente ligadas a las nuestras… Las economías centroamericanas solo pueden crecer atrayendo inversiones internacionales y presentando argumentos más convincentes a sus ciudadanos para que inviertan en casa… No hay razón para que Centroamérica no pueda convertirse en la próxima gran historia de éxito del hemisferio occidental… El Sr. Obama me ha pedido que lidere este nuevo esfuerzo. Por primera vez, podemos imaginar y trabajar para que las Américas sean abrumadoramente de clase media, democráticas y seguras…Juntos, podemos ayudar a Centroamérica a convertirse en una encarnación del notable ascenso del hemisferio occidental, no en una excepción.”.

Quiero subrayar dos cuestiones fundamentales, más allá de otros temas que no cito pero que sin duda también son importantes (la lucha contra la corrupción y la impunidad y la construcción de una institucionalidad estatal fuerte, para lo cual se requieren las reformas política, administrativa y fiscal). Lo que quiero enfatizar del artículo de Biden es lo siguiente: primero, la meritoria referencia que hace sobre las causas estructurales del fenómeno, de orden socio económico. Y, segundo, la necesidad de abordarlas desde una perspectiva regional, con el compromiso de Estados Unidos de ser parte de ese esfuerzo (responsabilidad compartida). O sea que fundamentalmente se trata de impulsar el desarrollo en Centroamérica. Pero el camino para lograr ese desarrollo debe replantearse porque hasta ahora no se ha producido. La crisis provocada por la pandemia, agravada sustancialmente por los fenómenos ambientales que desnudaron la realidad socio económica de estos países, ofrece la oportunidad de asumir el camino planteado por la CEPAL para buscar una “recuperación transformadora”, donde el crecimiento económico se ligue con la necesidad de eliminar la desigualdad y garantizar la sostenibilidad ambiental.

Por eso, hablar del “Triángulo Norte de Centroamérica”, aunque comprensible desde la perspectiva de seguridad nacional de los Estados Unidos, es una visión muy limitada, si lo que se quiere es lograr el desarrollo de estos países para que dejen de ser expulsores de su población. Parece más un término militar. ¿Se recuerdan del “triángulo ixil”, donde se masacró a la población de esos territorios actuando con un odio anticomunista construido desde la doctrina de seguridad nacional de los Estados Unidos?

Tomemos el planteamiento del señor Biden, quien en estos momentos se está convirtiendo en Presidente de su país. En lugar de que nuestros gobernantes se peleen y se echen la culpa entre ellos (sin dejar de considerar que es condenable que Giammattei reprima salvajemente a los migrantes y que Orlando Blanco ejerza un gobierno carcomido por la corrupción), mejor promovamos un acuerdo regional que incluya acciones coyunturales para atender la emergencia, pero fundamentalmente propuestas de desarrollo regional.

Recordemos la historia. Así como la región, como tal, encontró una vía para terminar las guerras en el istmo con los Acuerdos de Esquipulas, ahora es el momento de impulsar acuerdos regionales para el desarrollo. No es posible, con seriedad, plantearse este propósito como países aislados o como triángulos inventados. El SICA debe asumir esta iniciativa, con el compromiso de los Presidentes. Entendemos que por esa vía está intentando transitar.

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