Juan Antonio Mazariegos

jamazar@alegalis.com

Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

El pasado 8 de enero la democracia de Estados Unidos vivió uno de sus días más tormentosos, cuando un grupo de simpatizantes del hasta ahora Presidente de Estados Unidos Donald Trump, irrumpió en el Capitolio, el centro del poder bicameral del país, tomó el edificio y forzó la suspensión de una sesión del Congreso que pretendía certificar la victoria del Demócrata Joe Biden como ganador de las elecciones en EEUU.

Alrededor del mundo, todos los medios de prensa hicieron eco de los mensajes que Trump enviaba a sus simpatizantes, a través de su plataforma favorita, twitter y esa misma plataforma argumentando “riesgos de mayor incitación a la violencia”, suspendió permanentemente la cuenta personal del Republicano, quien unas horas después, mediante la cuenta @POTUS, reservada para la Presidencia de los Estados Unidos, regresó con un mensaje de calma, en el que hacía un llamado hacía una transición “ordenada”.

El tema no quedo allí, la red social Parler, una alternativa a twitter que dice promover la libertad de expresión y que indica aceptar cualquier posición por extremista que esta sea, cuya plataforma utilizaba los servidores de la compañía Amazon, fue apercibida por esta última de suspender la redistribución de los mensajes del Presidente y de sus partidarios. Ante la negativa de Parler, la plataforma fue silenciada, retirada de los servidores de Amazon y le ocurrió lo mismo con las tiendas de aplicaciones de Android, Apple y Google, compañías que se negaron a proporcionarla a sus usuarios, quedando condenada a desaparecer.

Estas acciones desataron una polémica mundial, dentro de la cual, distintos personajes, como el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador levantaron la voz en contra de estos castigos. “No se puede permitir que una corporación del dueño de Facebook o de Twitter decidan a quién sí y quién no darle la posibilidad de comunicarse”, afirmó. O, como la Canciller Alemana Angela Merkel, quien a través de su portavoz oficial declaró “Es posible interferir en las libertad de expresión, pero según límites definidos por las leyes, y no por la decisión de una dirección de empresa”.

¿Censura o castigo ejemplar por parte de Twitter?, la polémica está servida. Desde mi punto de vista, estoy totalmente opuesto a la censura, venga de donde venga, la libertad de las personas, la libertad de expresión están por encima y considero que estamos obviando que la responsabilidad de las personas que dirigen mensajes incendiarios, incitadores o de contenido inapropiado en contra de cualquier persona o grupo, o de las mismas personas que siguen esas incitaciones o cometen delitos impulsadas por esos mensajes, deben ser perseguidas, deducidas y castigadas, en función y como consecuencia de esos mensajes y/o acciones, si es que se pueden tipificar como delitos, frente a los tribunales de justicia y por jueces competentes y no por medio de los dueños de plataformas o redes sociales que se conviertan en los guardianes de lo correcto o lo incorrecto.

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