Emilio Matta Saravia
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Al momento de escribir esta columna el Banco de Guatemala aún no ha publicado el monto de remesas ingresadas al pais durante el mes de diciembre de 2020. De enero a noviembre, sin embargo, se han reportado ingresos por 10,176 millones de dólares y es razonable proyectar que el año 2020 finalizará entre los 11,200 y 11,300 millones de dólares en concepto de remesas, lo que representará un crecimiento aproximado con respecto al 2019 de entre 6.6% y 7.5%. ¡Esto en el año de la pandemia COVID-19!
No cabe lugar a duda del papel cada vez más preponderante de las remesas dentro de la economía guatemalteca, que estimo oscilará entre el 15% y 17% del PIB en 2020. Es más, de no ser por el crecimiento de las remesas en 2020, nuestra economía habría decrecido en 2.6% en 2020 en vez del 1.5% del que tanto se jacta el presidente. Ese enorme respiro económico de casi mil millones de dólares mensuales atomizados en una importante capa de la población fue crucial en el año de la pandemia para que no profundizaran aún más los altos niveles de pobreza de los guatemaltecos.
El año 2021 presenta retos muy importantes para el país. Uno de los principales retos, será reactivar la economía guatemalteca, muy golpeada por los efectos de la pandemia, y desde esa perspectiva, el papel de las remesas volverá a ser fundamental, pudiendo llegar a representar casi la mitad del crecimiento total de la economía si se toma el escenario de crecimiento económico bajo, o una tercera parte dentro del contexto de crecimiento económico alto. Otros retos que no se abordarán el día de hoy por motivos de espacio son el combate a la corrupción y la reducción de la desnutrición crónica infantil. Ambos temas, sin embargo, han sido ampliamente discutidos en este espacio, principalmente el de la desnutrición crónica infantil, el cual considero impostergable, con o sin pandemia.
Las remesas familiares son producto del esfuerzo diario de millones de guatemaltecos que se han visto en la necesidad de salir prácticamente expulsados de nuestro pais para buscar un mejor futuro para ellos y sus familias. Al final del día, su impacto en la economía no puede ni debe pasar desapercibido, menos para las autoridades de gobierno, ya que las mismas ayudarán a paliar los efectos que ha dejado la pérdida de empleos formales, producto de los prolongados confinamientos que hubo en casi todas partes del mundo, disminuyendo la demanda de una gran cantidad de productos y servicios que repercutió en una importante reducción en los ingresos de las empresas, provocando innumerables despidos, no solo en Guatemala, sino en el mundo entero.
El 2020 fue un año perdido, no solo por la pandemia y por las tormentas ETA e IOTA, sino por los recursos malgastados por un gobierno inepto, por la errática gestión presidencial, por la innecesaria creación de un gobierno paralelo sin rendición de cuentas (Centro de Gobierno), por la rampante corrupción gubernamental y por la opacidad en el manejo de los recursos y de la información. El esfuerzo de nuestros connacionales al enviar mensualmente las remesas fue de lo poco destacable en el 2020, y, desde la perspectiva económica, las remesas rescataron el año.