Mientras que los casos de Covid-19 siguen en aumento en el país. Foto La Hora/Salud

Aún antes de que se pueda realmente medir el efecto de las fiestas de fin de año en la evolución de los contagios en Guatemala, la noticia es que ya tenemos una importante saturación hospitalaria y que algunos enfermos tienen dificultades para ser atendidos y otros, aún con síntomas graves y deficiencias en la oxigenación, son enviados a sus casas porque no hay camas para ingresarlos, lo cual es sumamente grave porque si el personal médico no se da abasto para atender a los ingresados, mucho menos puede haber gente que haga visitas ambulatorias.

La Ministra de Salud criticó la irresponsabilidad de quienes en las fiestas de fin de año se reunieron masivamente o viajaron a lugares de alta concentración, especialmente las playas de la costa sur, y tiene razón porque evidentemente la ciudadanía bajó la guardia y se abandonaron las precauciones. Pero ello tiene mucho que ver con la pobre y deficiente información que recibimos sobre la pandemia producto de la incapacidad para realizar un número adecuado de pruebas que nos permita determinar las condiciones reales de la enfermedad. Por incapacidad, suponemos, se paró haciendo lo que Trump pedía a sus autoridades de salud, es decir hacer menos pruebas para no reflejar muchos contagios.

Otra falla garrafal está en el tema de las vacunas que ni siquiera llegan mientras muchos países ya las empezaron a distribuir y aplicar correctamente con algunos criterios de prioridad a favor de los más expuestos y quienes son personas en mayor riesgo. Guatemala, para variar, va tarde y por muchas excusas que se busquen, la única respuesta lógica es que nuestras autoridades no supieron jugar el papel que les corresponde. Lo de que la ley no les permitió comprar es paja porque ellos tienen al Congreso de su lado para cualquier cochinada y no lo quisieron usar para comprar vacunas y luego nos salen con un misterioso acuerdo de confidencialidad sobre el precio que aumenta la pestilencia de la operación. No hemos visto que el mismo requisito pidieran los fabricantes a otros países pero en Guatemala la noticia más fresca sobre la vacuna es que no se puede decir cuánto van a pagar por ella.

Vamos mal y el manejo de la pandemia sigue siendo errático y carente de criterios científicos, no digamos criterios de transparencia, lo que complica más las cosas y expone a mucha gente innecesariamente. El pírrico número de pruebas debiera ser motivo de vergüenza porque es el fiel reflejo de la incapacidad e ineptitud que caracteriza todo lo que hacen las autoridades.

Redacción La Hora

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