Luis Fernandez Molina

luisfer@ufm.edu

Estudios Arquitectura, Universidad de San Carlos. 1971 a 1973. Egresado Universidad Francisco Marroquín, como Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales (1979). Estudios de Maestría de Derecho Constitucional, Universidad Francisco Marroquín. Bufete Profesional Particular 1980 a la fecha. Magistrado Corte Suprema de Justicia 2004 a 2009, presidente de la Cámara de Amparos. Autor de Manual del Pequeño Contribuyente (1994), y Guía Legal del Empresario (2012) y, entre otros. Columnista del Diario La Hora, de 2001 a la fecha.

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Luis Fernández Molina

Es universalmente conocido como el “profeta” Isaías y es uno de los cinco personajes veterotestamentarios más consagrados; algunos lo llaman “el príncipe de los profetas.” Sus textos son profusamente invocados en muchos otros libros sacros (“Así se cumplió la profecía de Isaías”) y en la liturgia ordinaria. Se le considera también el primer biógrafo de Cristo y también el “quinto” evangelista porque describió con detalle, siete siglos antes, muchos pasajes de la vida del Mesías, especialmente su nacimiento y su pasión. Lejos del estereotipo de viejito de barba blanca y eremita, Isaías era un ciudadano activo, estadista, escritor, asesor de varios reyes que vivió en un de los tantos momentos históricos en que Israel estaba en medio de las mandíbulas de imperios vecinos, en este caso de los Asirios y los Egipcios.

Pero además de profeta también le aplica el concepto de poeta por la gracia con que escribió los 66 capítulos de su Libro. El cometido de Isaías era claramente de tipo religioso, obvio, pero el mensaje poético no lo desmerita, por el contrario, lo complementa. Enriquece ese lenguaje tan refinado y agradable que marcó la impronta en el colectivo de las generaciones venideras con unas imágenes imborrables.

En el imaginario colectivo ser “poeta” puede tener diferentes acepciones. Unos –que prefieren la forma—aprecian la lectura de rimas melódicas, letras que bailan con ritmos casi musicales, cuyas terminaciones coinciden. Otros destacan la profundidad de las ideas o a la condensación de conceptos difíciles de explicar. Poeta es entonces aquel que encapsula las ideas que toma cuando viaja por las nubes oteando horizontes que la mayoría no vemos. Que en un verso condensa el contenido de varias páginas.

Isaías se luce con imágenes exquisitas, casi gráficas: «Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y haberla hecho germinar, para que dé la simiente para sembrar y el pan para comer, así será la palabra que salga de mi boca. No volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que Yo quería, y haber llevado a cabo lo que le encargué.

Igualmente, el texto muy repetido: ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación!” En otro nos recuerda la autoridad divina: «Ante mí se doblará toda rodilla” y amonesta: «El buey conoce a su dueño y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no comprende. Hasta nos advierte: “¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de crímenes, raza de malvados, hijos perversos! Han abandonado a Yavé, han despreciado al Santo de Israel.« (Ojo con el Covid).

Al referirse a Jerusalén dice: “asentaré tus piedras en antimonio, y tus cimientos en zafiros, haré tus almenas de rubíes, tus puertas de cristal y todo tu muro de piedras preciosas. Como mensajes de esperanza: “El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito; el becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos, y un niño los conducirá.” Y es constante su clamor: “Rociad, cielos, desde arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente.

Y, aplicable en estas fechas: “El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz. A los que habitaban en la tierra de sombra de muerte, la luz les resplandeció (…) Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros.”


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