Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

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GRECIA AGUILERA

El advenimiento del Niño Dios colma nuestro espíritu de ternura y buenos deseos. Cada año los Ángeles y Arcángeles anuncian con sus trompetas el arribo del Ser Supremo y con su luz iluminan la vida de aquellos seres humanos que celebran de corazón su nacimiento. La poesía ha sido siempre una forma de admirarlos y respetarlos, por ejemplo la famosa escritora Gabriela Mistral en su poema “Dos Ángeles” nos dice: “No tengo sólo un Ángel/ con ala estremecida:/ me mecen como al mar/ mecen las dos orillas/ el Ángel que da el gozo/ y el que da la agonía,/ el de alas tremolantes/ y el de las alas fijas./ Yo sé, cuando amanece,/ cuál va a regirme el día,/ si el de color de llama/ o el color de ceniza,/ y me les doy como alga/ a la ola, contrita./ Sólo una vez volaron/ con las alas unidas:/ el día del amor,/ el de la Epifanía./ ¡Se juntaron en una/ sus alas enemigas/ y anudaron el nudo/ de la muerte y la vida!” Así el poema “Los Ángeles de Dios” del escritor Enrique Dintrans acota: “Yo quería ir al cielo/ con los Ángeles cantar/ la canción de las mañanas/ como viento en alfalfal./ Por las noches yo rezaba/ a los Ángeles de Dios/ les confiaba mis tesoros/ en un cofre de algodón./ Y los Ángeles danzaban/ refulgentes de bondad/ en la miel de sus canciones/ yo era abeja de un panal./ El secreto de la noche/ en historias yo leí/ la madera de mis sueños / se truncaba en aserrín./ Más los Ángeles callaron/ los demonios conocí/ y por dentro de mis sueños/ olvidé lo que yo ví./ Y me fui en las tentaciones/ prisionero en vanidad/ entre luces de ilusiones/ olvidé la eternidad./ Peregrino de mis miedos/ solitario me volví/ repartiendo entre mis deudos/ noches ciegas, mal vivir./ Esta noche meditando/ como un niño en el dolor/ ví los Ángeles cantando/ en alegre procesión./ En mis lágrimas les digo/ ¡hacen bien con su canción/ me recuerdan que estoy vivo/ y me atraen al buen Dios! / Detuvieron un instante/ me miraron desde el sol/ yo sentí que me sanaban/ de la mente un gran tumor./ Rafael bajó de prisa/ con un cofre de algodón/ que por dentro florecía/ como el fuego del carbón./ Y por eso canto ahora/ la divina gratuidad/ de los Ángeles del cielo / que protegen mi ciudad.” Ahora el reconocido escritor español Antonio Porpetta en su poema “Llegaron los Arcángeles” nos dice: “Se supo que llegaron por una luz dorada/ cuando los sueños labran manantiales/ en la yerma memoria de las gentes./ Podían escucharse sus pisadas/ de luna entre los árboles,/ el rumor de sus voces delgadas como espigas,/ y eran de ver los ópalos serenos de sus ojos/ escrutándolo todo,/ el azulado vuelo de sus manos,/ su gesto entre cordial e indiferente./ Querían descubrir los paisajes del hombre/ y en jornadas de niebla recorrieron/ deltas de soledad, praderas de rencor,/ roquedales de angustia, penínsulas de hastío,/ manaderos del miedo más oscuro./ A veces preguntaban: nadie les dio respuesta,/ nadie quiso decirles, nadie quiso explicarles…/ Ellos, entre el silencio,/ con lápices de ámbar escribían/ palabras desoladas en sus libros celestes./ Y una tarde de plata,/ en un viento levísimo y cansado,/ agitando sus alas muy despacio,/ regresaron por siempre/ a sus mundos distantes./ Cuentan quienes los vieron/ que volaban llorando, los Arcángeles.” Y mi poema titulado “Ángeles” manifiesta: “Sean los Ángeles mensajeros de Dios/ sea su canto a través del viento/ sueño de aliento, vid y redención./ Sean los Ángeles diáfanos arroyos/ sus alas bienhechoras/ acaricien nuestro rostro/ sea en su aliento dulce el lamento./ Sean los Ángeles príncipes del bien/ estrellas del firmamento/ soles inmensos/ al anunciar el nacimiento/ del Ser Supremo Dios Niño/ Divina Majestad/ heredero del empíreo/ contenido elemento/ sabio creador del Universo.”

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