Las autoridades de salud empezaron el mes de diciembre con un importante llamado a no bajar la guardia frente a la pandemia del Covid-19, tomando en cuenta que se vienen días en los que por tradición se producen muchas fiestas que, en las actuales condiciones, pueden disparar exponencialmente los contagios y poner en peligro de muerte a mucha gente. En algunos hospitales privados hablan de preocupación por la forma en que se han ido presentando más hospitalizaciones y temen que pueda llegarse pronto a un punto de saturación que podría tener fatales consecuencias para algunos de los pacientes.
Las fiestas de fin de año se caracterizan por la realización de convivios que, luego de tantos meses de confinamiento, algunos ven como una especie de escape tras sentir, por los informes oficiales de la situación sanitaria del país, que estamos dejando atrás lo peor de esta enfermedad y eso no es cierto. Se puede notar que hay un relajamiento en cuanto al uso obligatorio de la mascarilla y hay gente que acude a reuniones sin ese sencillo pero eficiente dispositivo.
Viendo las experiencias de otros países y la forma en que impacta el descuido de la población en la propagación de nuevos casos y el incremento no sólo de los contagios sino hasta de las muertes, tenemos que entender que mientras no se haga una vacunación masiva no podremos aspirar a una vuelta a la normalidad, entendida la misma en términos de que podemos olvidar el distanciamiento, el uso de la mascarilla y la necesidad de lavarnos frecuentemente las manos.
Nuestro sistema hospitalario, contra lo que dice la propaganda oficial, sigue teniendo graves deficiencias que impiden hacerle frente a un rebrote significativo de la cantidad de casos que se detectan, pero además debemos recordar que somos un país que hace un número muy limitado de pruebas y por lo tanto no tenemos la radiografía exacta de la situación. El hecho de que en algunos círculos circulen mensajes de médicos particulares que advierten de saturación en los hospitales privados es preocupante porque nos demuestra que no es tiempo de bajar la guardia y que, por el contrario, tenemos la obligación de redoblar los cuidados justo cuando, aunque no nos guste, habrán reuniones y festejos a diestra y siniestra, lo que hace mucho más probable el contagio.
Hemos pasado importantes fechas de este año bajo efectos de las precauciones necesarias y no vale la pena correr riesgos por los festejos de Navidad y Fin de Año. Si nos cuidamos, dentro de un año podremos festejar debidamente.