Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

post author

Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Mucho hay para decir acerca de los eventos del sábado porque mientras miles manifestaron su hartazgo de manera pacífica y se tuvieron que tragar el gas lanzado a ellos de manera innecesaria, un grupo violento irrumpió en el Congreso en un acto que genera más dudas que Consuelo Porras.

Si a las 14:25 había antimotines en Pasos Perdidos (antes de entrar al Hemiciclo), ¿por qué no estaban afuera?

Hay más para seguir diciendo y evidenciando lo que parece haber sido una treta de mal gusto, peligrosa y de los tiempos más oscuros de Guatemala, pero la idea es mejor centrarnos en la luz que debemos ver a futuro si en realidad queremos un mejor país.

La Plaza se llenó, la gente respondió y el mensaje fue claro, inequívoco. Ahora viene el eterno reto. ¿Cómo hacemos para canalizar el hartazgo de la gente que, alejada de los radicalismos y la ficticia guerra ideológica, dijo YA BASTA?

Una reacción ciudadana sin norte es como aquel exceso de agua que no se logra entubar y se termina perdiendo cuando la tierra la absorbe.

Y por eso es que yo he insistido, insisto e insistiré en la necesidad de alcanzar al menos tres mínimos:

A) Reformar todo sistema de compras. Hoy en la obra pública está en mayor foco de negocio, que permite a los políticos y sus socios tener constructoras, sobornar a funcionarios para llenar maletas y es la mejor manera de hacer “chinche el pisto”. Pero también tenemos casos como el de Jorge García, de Prosperidad Ciudadana, que como parte de los negocios que se hacen con el presupuesto, sobrevaloró suficiente equipo para el Insivumeh como para meterse más de un $1 millón sin mucho esfuerzo. Además vendió granos a algunas MUNIS durante la pandemia, así que él, “fresh”, como dijeron aquellos patojos.
B) Reformar el sistema de Servicio Civil. ¿Por qué es importante? No solo porque no hay cultura de servicio en el Estado, sino porque con plazas es otra forma en la que sellan los acuerdos. Alejandro Giammattei sabe que tuvo que instruir a algunos ministros para que dieran 5, 10, 15 hasta 25 plazas para satisfacer a los nenecos y así obtener sus pactos con el Congreso.
C) Elegir cortes independientes, que respondan a su vocación y compromiso con la justicia y no con las mafias del poder paralelo del sector justicia que ha hecho millonarios a miles. Cortes que cumplan con el 113 de la Constitución.

Si no cerramos el chorro de las obras y las compras, no importa cuánto sea el presupuesto, jamás irá a donde se necesita. Si no acabamos las mañas que hay en el servicio civil, nunca cerraremos un enorme chorro que le permite a los políticos tener sus batallones de gente, fieles a ellos pero pagados con el dinero del pueblo. Por eso es que hay miles de millones en funcionamiento sin que haya calidad en el servicio.

Y si no hay cortes independientes, jamás podremos parar lo anterior porque el sistema seguirá operando a sus anchas.

No es tan complicado ponernos de acuerdo en lo anterior, lo más difícil sería que las mafias acepten esos cambios porque es quitarle las gallinas de los huevos de oro y del tamaño de La Catedral.

Otra cosa que dicen para asustar es que todo lo anterior toma tiempo, pero es una GRAN MENTIRA. Ya vimos que los Diputados corren y se desvelan cuando tienen los incentivos correctos para ellos, aunque nefastos para el resto del país.

En el mediano plazo (no más de 6 meses), deberíamos de hablar de la ley electoral porque no podemos elegir bajo las mismas reglas al Congreso del 2024 y esperar que los diputados sean probos y entregados a la causa.

Ojalá aprendamos la lección y tengamos la humildad de escucharnos, de tratar de entendernos y así ponernos de acuerdo, por el bien de todos, en especial de los niños de este país.

Artículo anteriorNo es cuestión de números
Artículo siguienteGiammattei y su cita con el destino