Jorge Morales Toj
Los recientes huracanes Eta y Iota que han azotado Centroamérica, nos muestran el rostro de la pobreza, la exclusión y el abandono en que se encuentra el área rural. Casi tres millones de personas han sido afectados por el huracán Eta. Aún no existe un recuento general de daños y se viene el huracán “Iota”. Los daños son más evidentes en el área rural de Centroamérica.
En el estudio de ICEFI titulado “Bases para el desarrollo rural en Centroamérica”, se establece que “Casi la mitad de la población centroamericana habita en el área rural; sin embargo, en comparación con los habitantes de las áreas urbanas, las poblaciones rurales continúan teniendo menor acceso a los bienes y servicios básicos, lo cual genera amplias brechas de bienestar, empleo e ingresos. Destaca que las personas del área urbana mayores de 15 años tengan, en promedio, 8.2 años de estudio, en contraste con sus pares del área rural, que solo tienen 4.8; alrededor del 65.0% de la población rural no ha tenido acceso a un centro de salud; y casi una tercera parte de los hogares rurales vive en condiciones de hacinamiento”. Sin lugar a dudas, el rostro de Centroamérica sigue siendo rural.
En el mencionado estudio, el ICEFI establece que: “El sector agrícola tiene especial relevancia en el ámbito rural, pues constituye tanto el principal empleador, como el sector en el que se producen los alimentos. No obstante, el empleo asalariado predomina en el sector urbano de la subregión, donde alcanzó un 57.7%, mientras solo tuvo una tasa del 35.7% en el área rural.” Ahora con el efecto devastador de los huracanes, la producción rural ha sido duramente afectada y los y las campesinas son los que cargan con el peso de la destrucción y seguramente sin oportunidades de empleo.
Los recientes embates de la naturaleza y sus graves consecuencias en Centroamérica, nos muestran imágenes de comunidades rurales en completo abandono, con infraestructura precaria y a comunidades altamente vulnerables antes los efectos de la naturaleza.
El Huracán Eta, me hizo recordar lo grave que fue para Centroamérica el huracán Mitch a finales de octubre de 1998. En aquella ocasión la red de servicios de salud, agua y saneamiento quedaron totalmente destruidos, asimismo, la red vial. Ahora en 2020, una vez más nuestros países han sido duramente afectados. Es evidente que los gobiernos centroamericanos han sido incapaces de impulsar políticas preventivas ante los fenómenos naturales.
Se viene la etapa de reconstrucción, ojalá los gobiernos centroamericanos tengan una visión de trasformar los efectos de los huracanes en oportunidades de desarrollo rural, con la participación de las comunidades rurales y de los gobiernos locales. El vicepresidente del Banco Mundial para América Latina, Carlos Felipe Jaramillo dijo: “Vamos a dar a los países afectados por Eta todo el apoyo necesario para que rápidamente puedan asistir a las familias afectadas, reparar los daños y, lo que es muy importante en el mediano plazo, reconstruir mejor”, ojalá que esa reconstrucción sea participativa y que de manera estratégica se haga previendo futuros fenómenos naturales.