La victoria de Joe Biden y Kamala Harris es un hito importante para las relaciones de los Estados Unidos con los demás países del hemisferio. Quizás el efecto más importante son los ejemplos que dan: primero, un binomio cuyo vicepresidente es, por primera vez, mujer, afroamericana, Indian American, e hija de migrantes; segundo, una derrota en las urnas contra un presidente populista; tercero, que entre un populismo conservador personalista, y una imaginaria amenaza izquierdista, pudo triunfar una propuesta entre moderada y progresista; cuarto – y está por verse – una transición entre dos gobiernos opuestos. Habrá cambios en la política norteamericana hacia Guatemala y la región centroamericana, y éstos presentarán oportunidades y retos para los gobiernos, sociedad civil, empresarios, y ciudadanos de los dos países.
Hay cinco claves para entender a la visión de Biden en cuanto a Guatemala:
Uno, que Biden tiene bastante experiencia y conocimiento de la seguridad nacional y política exterior, que incluye varios viajes a Centro América como vicepresidente, cuando lideró el apoyo norteamericano por la extensión del mandato de la CICIG. Sabe escuchar y dialogar; por supuesto sabe presionar cuando es necesario.
Segundo, que Biden y su equipo se abocarán a todos los retos que enfrentan los países del hemisferio, no sólo la migración hacia los Estados Unidos, y tendrá una visión de largo plazo. Estos temas incluyen a la respuesta a la pandemia, el calentamiento global, la crisis en Venezuela, y el intercambio comercial. También incluyen el fortalecimiento de la democracia, el estado de derecho, y la libre empresa, en los cuales debilidades actuales fomentan la migración, la corrupción y el crimen organizado, y la inestabilidad. Cuando el equipo de Biden presente una política para reducir la migración, estén seguros que tendrán componentes de anti-corrupción y de crecimiento económico.
Tercero, su política exterior estará basado en lo que antes era la política exterior bipartidista: democracia, estado de derecho, libre empresa, y seguridad. La aparente mayoría republicana en el Senado reforzará esta orientación; también lo hará la presencia en la Cámara de Representantes de varios diputados interesados en Guatemala y la región, incluyendo a la diputada Norma Torres. A esto se agregará una mejor relación y mayor comprensión entre los oficiales políticos del nuevo gobierno y los oficiales de carrera de los departamentos (Estado, Defensa, Tesoro, Comercio), los militares, las agencias de inteligencia, y la agencia de desarrollo (USAID). Los líderes políticos se guiarán más por los informes de la inteligencia y los reportes de las embajadas que los tweets y los rumores Sería más difícil hacer un lobbying como hicieron algunos con el gobierno de Trump.
Cuarto, si bien Biden y su equipo tienen mucha experiencia en los años antes del presidente Trump, también tienen muy presente las experiencias del período de Trump. Las protestas y el clamor en el 2020 por enfrentar al racismo y a los supremacistas blancos dejaron huella sobre todos. El gobierno de Biden tendrá mucha más diversidad en las agencias que conducen la política, y estará más atento a los problemas del racismo y exclusión en el exterior.
Cinco, que el instinto de Biden será buscar la cooperación y de invertir tiempo en dialogar y escuchar. Es seguro que su gobierno se acercará al gobierno del presidente Giammattei, y a diversos otros sectores.
La llegada de Biden a la presidencia ocurre en un momento decisivo. Guatemala enfrenta un crecimiento de la influencia política y económica del crimen organizado y del narcotráfico. El modelo económico depende de una creciente migración y envío de remesas, y está golpeado por la pandemia y limitado por la corrupción. Algunos que no están en el gobierno de Guatemala responderán con declaraciones sobre la «soberanía», pero en realidad aducen una soberanía selectiva en la cual la cooperación internacional en el comercio exterior y la ayuda a áreas rurales es bienvenida, pero la cooperación contra la corrupción – que es un eslabón fundamental para la política de los Estados Unidos — no lo es.
El gran líder francés de Gaulle decía que las naciones no tienen amigos sino intereses. Creo que Biden diría que las naciones tienen principios además de intereses y amigos, y lo demostró el sábado en su discurso cuando recitó parte del himno «Sobre las alas de las águilas», y luego unas líneas del poeta irlandés Seamus Heaney sobre las heridas que dejan las guerras. Los gobiernos se entienden en parte por sus intereses y sus principios, pero también se entienden por las narrativas de sus líderes. Ojalá que en los Estados Unidos y en Guatemala aprovechemos esta oportunidad.