Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

En las ciudades pequeñas, regadas a lo largo del territorio nacional sucede una mezcla heterogénea de técnicas y usos de recursos humanos y tecnológicos que en unos casos (en el manejo industrial y financiero, el agro) le va a la zaga el sistema educativo.

En labios de la mayoría de maestros, el sistema educativo actual crea un reflejo anti-educativo de parte de los padres. En el área urbana, de hecho, quienes han tenido la oportunidad de ir a la escuela primaria, incluso si la terminan con un diploma, se encuentran en una situación bastante difícil. Si bien cuentan con una cierta formación que amplía el horizonte de sus aspiraciones, la rigidez del sistema económico-industrial y financiero, les impide cualquier posibilidad de progreso individual en su marco. Aislados no formados para revolucionar las estructuras; para remediar su descontento personal, abandonan unos el campo para ir a la ciudad y muchos de estos la ciudad para ir al extranjero. Pero gran parte de la desconfianza de los padres hacia la escuela, es que no perciben ningún beneficio apreciable de ella, sufren, en cambio, los efectos negativos que llevan a la disociación del núcleo familiar, especialmente en las áreas rurales.

No es de extrañar que las campañas en pro de la modernización de la educación que se vienen realizando desde hace décadas, no hayan conducido a una mejora significativa de la situación. También destaca el carácter irrisorio de ciertas disposiciones, que obligan a Estado e Iniciativa Privada, que son olímpicamente ignoradas.

Mal que bien hemos sufrido un proceso de urbanización-industrialización. Este proceso de industrialización, se concentra alrededor de las grandes ciudades y provoca todos sus efectos habituales. Esta población se integrará en diversos grados en las nuevas actividades. Pero, en lo que a educación se refiere, aquí las cosas son diferentes. La industria y las demás actividades que se derivan de ella, requieren un mínimo de formación, sin la cual las personas se vuelven inutilizables, y esto es cierto no solo para los trabajadores habitualmente empleados en la industria, sino también para los grupos marginales, porque incluso las tareas para los que se utilizan requieren este mínimo. Es por esto que la mayoría de la población urbana tiene acceso a la escuela primaria. Es en los intereses combinados de los grupos privilegiados que se expresan unitariamente en una sociedad con dualidad de sectores, donde encontramos los fundamentos de esta dualidad de políticas.

Pero también hay un proceso de perdida de realidades complejas. Por ejemplo, es muy difícil para un trabajador de una planta de alimentos procesados, percibir con la obviedad de un campesino frente a los problemas de la tierra, los vínculos que unen esta procesadora a un engranaje particularmente complejo por el que pasa la riqueza del país. Para comprenderlo ya no basta con tener educación primaria o secundaria, ni siquiera académica. Y diré que ni siquiera es un problema de nivel de Educación. Es un problema de contenido educativo que, en general, está tan bien deformado que uno no debería sorprenderse al ver la proporción de académicos al servicio de intereses económicos en detrimento de muchos, a menudo por venalidad, pero a menudo también por ignorancia e inconsciencia. Si a lo que se acaba de decir le sumamos la diferencia que existe entre los intereses del proletariado industrial y los intereses de los campesinos, junto con el desconocimiento de las clases medias urbanas de los problemas agrarios e industriales y en ambos los financieros vitales para el país, llegamos a una separación casi total entre la ciudad y el campo y los sistemas educativos y el agro-industrial.

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