Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

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GRECIA AGUILERA

El octavo capítulo de la Carta Encíclica “Fratelli Tutti” del Santo Padre Francisco se titula: “Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo”, y comienza manifestando: “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los Obispos de India: ‘El objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor.’” Más adelante el Papa Francisco expresa: “Entre las religiones es posible un camino de paz. El punto de partida debe ser la mirada de Dios… El amor de Dios es el mismo para cada persona, sea de la religión que sea.” Recuerdo que para conmemorar el Quincentenario de la Reforma Luterana en el 2017 y hacer honor a su reformador Martín Lutero, se realizaron a nivel mundial diferentes actividades. Una de las más relevantes fue la “Declaración Conjunta emitida por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Federación Luterana Mundial”, que fue firmada el 31 de octubre de 2016 por Papa Francisco y el Obispo Munib Younan, en la Catedral luterana de la Ciudad de Lund en Suecia. En esta importantísima declaración sobresale el trabajo ecuménico realizado por Católicos y Luteranos. La parte inicial de la misma expone el siguiente versículo del Evangelio de Juan: “Permanezcan unidos a mí, como yo lo estoy a ustedes. Ninguna rama puede producir fruto por sí misma, sin permanecer unida a la vid, y lo mismo les ocurrirá a ustedes, si no están unidos a mí.” Más adelante se lee: “Los cincuenta años de constante y fructuoso diálogo ecuménico entre Católicos y Luteranos nos han ayudado a superar muchas diferencias, y ha hecho más profunda nuestra mutua comprensión y confianza. Al mismo tiempo, nos hemos acercado más unos a otros a través del servicio al prójimo, a menudo en circunstancias de sufrimiento y persecución. A través del diálogo y el testimonio compartido, ya no somos extraños. Más bien, hemos aprendido que lo que nos une es más de lo que nos divide. Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que Luteranos y Católicos hayamos dañado la unidad visible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos. Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda puede ser trasformado. Rezamos por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy, escuchamos el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos llama constantemente… Pedimos a Dios inspiración, impulso y fortaleza para que podamos seguir juntos en el servicio, defendiendo los Derechos Humanos y la dignidad, especialmente la de los pobres, trabajando por la justicia y rechazando toda forma de violencia. Dios nos convoca para estar cerca de todos los que anhelan dignidad, justicia, paz y reconciliación.”

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