Marco Tulio Trejo

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Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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Marco Trejo

La semana pasada tuvimos una muestra más de que los politiqueros de este país no han entendido lo que paso en el 2015, no supieron aprovechar la oportunidad de demostrar que la Cleptocracia (del griego clepto, ‘robo’; y cracia, ‘poder’ = dominio de los ladrones), no es lo que quieren los guatemaltecos para las próximas generaciones.

Antes del gobierno del Partido Patriota (PP), la corrupción era un secreto a voces, no había nadie tenido la valentía de hacer algo que la impidiera, pero como dicen a todo coche le llega su hora.

Siguieron surgiendo partidos polítiqueros como el Líder, donde también se incrustaron esos cleptocratas que su única intención de ostentar el poder se metieron a la política para hacer de las suyas, adueñarse de un dinero que es producto de los impuestos de todos y que ellos solamente llegan a revolcarse para agarrar a manos llenas.

Pero bien dice el dicho aquel, no es culpa de los politiqueros si no que quien los hace compadres, los guatemaltecos no hemos tenido los pantalones bien puestos para seguir reclamando lo que nos conviene, la gran mayoría se queda callada y otra solamente sigue agendas ideológicas para también beneficiarse de la corrupción que se vive en el país.

El hallazgo de los Q122 millones de quetzales en una residencia de lujo de la Antigua Guatemala, es el claro ejemplo de lo que sigue haciendo y seguirá haciendo la clase politiquera de la tierra del Quetzal, lo único que saben hacer es robar a manos llenas, no se han preparado para nada más.

Esta gente se mentaliza durante cuatro años para buscar como meterse en algún partido político o bien en otro, son los vehículos para poder llegar a las entidades de gobierno, donde por falta de leyes y una justicia cooptada pueden convertirse en los nuevos ricos de Guatemala.

El dinero de los impuestos debería de ser utilizado para la creación de desarrollo social, para que sea invertido en salud, educación, agua potable, infraestructura y en otras miles de necesidades que le falta a una gran mayoría de personas que viven en pobreza y en extrema pobreza en otros casos.

Los Q122 millones son el rostro de la impunidad que se vive en las cúpulas del poder, este dinero ha de ser uno de los pequeños casos a los que tiene acceso el ente investigador, como lo es el Ministerio Público (MP), cuantos más no se tendrán, porque los politiqueros han adoptado la forma de vivir de los grupos organizados que dejo como ejemplo el colombiano Pablo Escobar, quién en algún momento fue el poder paralelo del país sudamericano.

Muchos sectores se han puesto a pensar en que se pueden invertir esos Q122 millones decomisados por la Fiscalía contra la Impunidad (FECI), pero nadie ha dicho que son producto de coimas dadas a funcionarios públicos, quienes reciben sumas millonarias por concepto de comisiones por la adjudicación de obras públicas.

Estos proyectos son dados, utilizando fachadas de empresas, para amigos y familiares que presentan la papelería en las licitaciones públicas, pero ya van con la consigna de que deben ser adjudicadas a las empresas designadas, corrompiendo totalmente todo proceso burocrático.

Esto no lo digo yo, lo podemos encontrar en una serie de publicaciones de los diferentes medios de comunicación que señalan o dan conocer los negocios turbios de la cleptocracia. Por eso es que el Congreso de la República se niega hacer las reformas a tres o cuatro leyes que cambiarían las reglas electorales vigentes, donde ningún guatemalteco sabe por quién vota, no la juegan con los votos del Presidente de la República y tampoco quieren darle fuerza a la Oficina de Servicio Civil (ONSEC), porque es donde los politiqueros tendrían que demostrar que son tecnócratas y no burdos burócratas. .

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