El Presidente lo aprovechó para pedir al Congreso que apruebe, sin meterle mano, el Presupuesto, cosa que seguramente ocurrirá, porque la elección de la JD está amarrada a esto. Foto La Hora/Presidencia

Ayer el gobierno encabezado por el presidente Giammattei hizo la presentación de un ambicioso plan elaborado por la firma McKinsey & Company para la reactivación de la economía nacional y promover nuevos polos de desarrollo con detalladas acciones para lograrlo y convertir al país en “El Jaguar Latinoamericano” mediante una real explosión de nuestra capacidad productiva y especialmente de las exportaciones. El plan está bien elaborado y sin duda que es una referencia para implementar políticas de largo plazo que son necesarias para generar más empleo y bienestar entre la población y el Presidente lo aprovechó para pedir al Congreso que apruebe, sin meterle mano, el Presupuesto que su gobierno presentó para el año entrante, cosa que seguramente ocurrirá porque la elección de la directiva del Congreso está amarrada a la aprobación del presupuesto.

Pero sostenemos que el tema no es el Presupuesto General de la Nación ni su monto, sino la ausencia de transparencia que existe en el país que impide que los fondos lleguen a su verdadero destino porque siempre hay alguien que se queda con buena parte en el camino. Estamos sin una Contraloría General de Cuentas eficiente que verdaderamente se encargue de auditar el manejo de los fondos y sin un Ministerio Público que entienda que no está para ser cordial sino para investigar todos los hechos delictivos, vengan de donde vengan. Necesitamos Cortes estructuradas al margen de los intereses de los mafiosos para que el imperio de la ley sea garantía de que quien robe no será protegido por la misma Corte Suprema de Justicia como ahora ocurre sistemáticamente.

Mientras no tengamos un efectivo sistema de rendición de cuentas y un verdadero Estado de Derecho donde impere la ley, no podemos esperar que se concreten esos sueños por bonitos que puedan verse en el papel. Y el tema de la certeza jurídica es importante porque aquí algunos entienden que todo derecho adquirido mediante soborno ya está consagrado y que nada lo debe alterar, cuando la certeza jurídica arranca cuando los derechos se obtienen en el estricto cumplimiento de los requisitos sin subterfugios ni chanchullos, esos que son tan propios en nuestro medio.

Un presupuesto que sirve de moneda de cambio para elegir una directiva compuesta por bancadas como la de Giammattei, de Zury Ríos, de Mario Estrada y las huestes de Sandra Torres, entre otros, no se orientará al plan McKinsey sino irá a rellenar varias caletas. La corrupción sigue siendo la norma, no la excepción, y mientras eso sea así no habrá dinero que alcance.

Redacción La Hora

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