Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Ya lo sabíamos.  Antes de que se descubrieran las caletas en la Antigua Guatemala, conocíamos la corrupción del gobierno de Jimmy Morales.  No ignorábamos que su animadversión en contra de la CICIG se debía a su voluntad de saqueo.  Quería impunidad, asalto sin testigos, ausencia de amenazas.  Con tan buena suerte que se alinearon los astros o, más bien, los corruptos coincidieron entre sí para conspirar contra el único esquema que les estorbaba.

La incautación de Q122.3 millones (entre quetzales, dólares y euros) por parte de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), solo nos confirma la certeza: el latrocinio de la clica organizada del gobierno de Morales.  Nos satisface la labor de la fiscalía, pero no agrega conocimiento a lo que nuestro espíritu asentía apodícticamente, el sentimiento de corrupción de la administración del comediante.

El comunicado del Ministerio Público no puede ser más taxativo:

“Se emitió orden de detención en contra de JOSÉ LUIS BENITO RUIZ por el delito de LAVADO DE DINERO U OTROS ACTIVOS, y a propósito de hacer efectiva su detención, se realizaron 4 diligencias de allanamiento: 2 en la Ciudad de Guatemala y 2 en el departamento de Escuintla”.

Si los escépticos dudaban de la maledicencia de la administración del advenedizo, la orden de captura contra Benito Ruiz, según los indicios hasta ahora revelados, puede despertar el sueño plácido de las almas renuentes y confiadas.  Incluso es ocasión de más audacia, conjeturar que esas caletas son apenas una muestra del enorme capital robado de las arcas del empobrecido Estado guatemalteco.

En ese orden, la FECI debería investigar a los que con más encono pidieron la salida de la CICIG, desde el propio Jimmy Morales hasta Jafeth Cabrera, Enrique Degenhart y Sandra Jovel.  Cada uno protagonista sui géneris del drama con guion común: el rechazo de una estructura jurídica que pusiera tras las rejas a los corruptos.  Más allá de su condena judicial, su ineficiente gestión pública les acredita un lugar despreciable en la historia del país.

Lo extraño es que el ex embajador de Estados Unidos en Guatemala, Luis Arreaga, se arrepienta tarde por su condescendencia con los corruptos de la administración reciente.  Casi como queriendo decir, “no lo vi”, “lo pasé por alto”, “me distraje”, “desconocí el cuadro completo” …  Lamentable su protagonismo porque habría sido valiosa su intervención para los intereses de Guatemala, su país.  En cambio, hizo coro con un tal Nicolás Thevenin para apañar al apestado.  Por cierto, sería hermoso que volviera arrepentido, como Arreaga.  Ya veremos si le creemos al infame franchute.

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