José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

Fácilmente puedo remontar al pasado y visualizar la importancia de la inclusión del tema indígena, ver a un diputado ingresar por primera vez al hemiciclo con su traje ceremonial y hablando su idioma. Distinguir a jóvenes dotados de seriedad y responsabilidad; puedo destacar la valentía de tres mujeres de 88 diputados constituyentes, siendo parte de un valioso legado, y verme con mis 23 años convencido que el país cambiaría.

Hoy, la situación de estos sectores mayoritarios, en puestos minoritarios, sin capacidad de incidir en la toma de decisiones sigue demandando cambios urgentes para evitar ser parte de un estado fallido; la situación que se vive nos deja sin esperanzas de refundar al Estado ausente.

Persiste el racismo, la discriminación, la incapacidad de aprovechar la rica multiculturalidad nuestra. Los jóvenes dejaron de interesarse en ser parte del cambio, así lo refleja el hecho que casi un millón de ellos, menores de 30 años, no recogieron su Documento Personal de Identificación (DPI) para ejercer su derecho de voto; y, no hay duda que todos estarán cansados de escuchar que en el tema de participación femenina las estadísticas avergüenzan.

Me traslado a esa época de transformación, al momento histórico en que tantas organizaciones trabajaron para que la población se organizara, se documentara y participara en la difusión de los Derechos Humanos, unos derechos que, antes de estos esfuerzos, eran enteramente desconocidos.

Al situarme en la situación actual el panorama es poco alentador porque se ve que avanza la corrupción y la impunidad y, la amalgama de estos flagelos, dan vida a una injusticia social que, aunada a los problemas de salud, magnifican las falencias educativas y de seguridad manteniendo viva una pobreza extrema por la falta de oportunidades.

Nos preguntamos una y otra vez ¿qué hacer, como salir de la cooptación? Y cada escenario tiene propuestas diversas, pero, pecando de necio, debo insistir en que, ninguno parece ser factible sin una reforma profunda el sistema electoral. ¿Cómo lograr partidos políticos de verdad? ¿Cómo evitar que los partidos nazcan, crezcan, se reproduzcan y mueran? ¿Cómo evitar cometer el error (como el que yo cometí) de formar partidos sin lineamientos para fortalecer la democracia, el estado republicano e instituciones fuertes y funcionales?

Todo cambio empieza en el Legislativo, ya sea para regresar al espíritu original de la Constitución, para corregir lo que se hizo mal, lo que no nos atrevimos a hacer o para adaptarnos a la nueva realidad. Hay que dejar de ser el único país en Latinoamérica donde ningún partido político repite su gestión, dejar de ser un país sin cuota relevante y participativa para mujeres.

Debemos dejar de votar por largas listas donde gana quien encabeza, dejar de tener municipalidades autónomas pero sin recursos y con concejos inapropiados; dejar de seguir hablando de financiamiento ilícito, de falta de democratización de partidos; de caciques dueños de partidos políticos pero, sobre todo, dejar de elegir sin saber por quién se vota, solo así se evitará seguir permitiendo que arriben al Congreso herederos de cargos, herederos de un sistema que no permite país incluyente, participativo y socialmente justo. Es necesario y urgente participar para exigir el cambio porque la lucha se mantiene y, definitivamente, es por Guatemala.

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