Juan José Narciso Chúa
Ayer 15 de septiembre los miembros de la Olla Comunitaria entregaron los últimos desayunos y almuerzos para todas las personas que llegaban diariamente a solicitar cualquiera de estos tiempos de comida. De esta manera concluyeron cinco meses de solidaridad con todas las personas desempleadas, jubiladas o trabajadores del sector informal que acudían a este lugar para recibir cualquiera de los tiempos de comida ya indicados.
La Olla Comunitaria, tengo entendido, fue el nombre que se le otorgó a dicha actividad durante estos tiempos de pandemia, una actitud de los miembros de la misma que es merecedora de reconocimiento, no porque lo necesiten, sino porque es necesario que muchas personas más sepan que existen personas que van más allá de su trabajo diario y su posición social, para volcarse a favor otro montón de personas que realmente necesitan de dicho apoyo y sustento diario.
Seguramente en este esfuerzo hubo colaboraciones de todo tipo, seguramente hubo manos que se dedicaron a cocinar, hubo brazos dispuestos a entregar los alimentos, hubo donaciones de comida, de recursos financieros para apoyar tan noble tarea, seguramente todos estos colaboradores lo hicieron sin el menor interés por figurar, sino al contrario, casi en el anonimato, se dedicaron a colaborar para cocinar esa Olla Comunitaria, que significó mucho para un montón de personas, que seguramente no olvidarán este detalle, esta muestra patente de solidaridad.
Este ejemplo, es notable y merece un reconocimiento especial, fuera de los ámbitos oficiales, pues significó el pan de cada día para muchas personas, que, al fin, consiguieron satisfacer la necesidad más ingente en su diario vivir como es el hambre.
Esta Olla Comunitaria, sin grandes aspavientos, sin anuncios, sin mentiras, sin pretender protagonismos absurdos, deja callada a todas las instituciones de Gobierno, que, con una enorme cantidad de recursos provenientes de los impuestos de todos los guatemaltecos, apenas han hecho la entrega del segundo aporte del poco célebre Bono de Familia, así como también se han destacado por la nula eficiencia para ejecutar los fondos.
Nada que ver con espíritus altruistas, con personas calladas, con seres que llevan la sensibilidad social en su conciencia y la disponen para todos aquellos que efectivamente la necesitan, tal como hicieron los de la Olla Comunitaria.
¿Cuántas personas llegaron a diario al espacio en donde se servían los almuerzos?, no lo sé, pero seguramente fueron miles de ellos; ¿cuántas familias pudieron llevar comida para sus hijos?, tampoco lo sé, pero seguramente fueron montones, Pero de lo que sí estoy seguro que este esfuerzo significa mucho para los guatemaltecos que deseamos una sociedad distinta, son aquellos que se arremangaron la camisa, se pusieron a trabajar, se ensuciaron en el trajín de cocinar, pero que no les importó, sino únicamente mostrar su solidaridad en los tiempos del egoísmo.
Este tipo de personas son un ejemplo para todos nosotros, pues así es como se reconoce la capacidad de organizarse para ser positivos y proactivos, así con este ejemplo debemos saber que si nos unimos como pueblo podemos hacer los cambios que esta sociedad necesita y que el Gobierno no es nada, sino responde a las justas reclamaciones de su sociedad, el pueblo debe resistir cualquier actitud dictatorial, así como rebelarse ante tiranuelos que pretenden imponerse a la fuerza o utilizando a las instituciones de seguridad en contra de periodistas como el caso de Sonny Figueroa o la demanda contra Plaza Pública o contra las propias instituciones como la Contraloría General de Cuentas. Gracias Olla Comunitaria, una inmensa y noble labor.