Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author

Alfonso Mata

La desinformación en todos los medios de comunicación, es un problema central del siglo XXI. Tiene el potencial de aplastar en la gente la verdad y en crear la desconfianza y todo ello debilita a las democracias. Esto nunca ha sido más evidente que en la crisis del COVID-19.

Aquel paciente [médico] y su esposa por semanas habían tomado el famoso dióxido de cloro. Un día bañándose el paciente cae la esposa llama a la hija pues ella se encuentra indispuesta con mucho dolor de cabeza, cuerpo y un poco de fiebre. En el hospital el paciente luego de exámenes de rutina se le practica prueba hisopada PCR positivo para SARVCoV2. Ambos a los pocos días fallecen. Al ahondar un poco en la historia existió retraso en el caso. Desafortunadamente, ya no sé qué creer o a quién creer se ha vuelto un dicho señalado ya en la biblia como la confusión de lenguas ante la construcción de la torre de babel que bien traducido significa confusión de ideas. La “infodemia”, como la OMS llamó a la avalancha de información engañosa sobre la pandemia no solo inquieta a la gente, la confunde y lleva a tomar decisiones equivocadas.

No seamos tan ilusos de achacar todo a la pandemia. Durante años se nos ha asustado con el petate del muerto se diría la desinformación tiene siglos de circular en todo sentido Político, religioso pero nunca había adquirido el nivel de escándalo como ahora en el medio científico. Veamos un ejemplo el Ibuprofeno se habla de maravillas que tiene ante el virus y la enfermedad en nuestra región americana. En Europa se le condena como acelerante de la propagación del virus, se habla de un estudio científico al respecto que nunca se encuentra. Incluso entre los curanderos no hay acuerdo. Lo terrible en ello es que se ha hecho una mezcolanza entre política ciencia y muy atrás religión y lo más terrible de ello es quizá un efecto que genera la desinformación más terrible que su contenido: miedo, odio y desconfianza que a lo que lleva es a polarizar miembros de una familia y a la sociedad en su conjunto. Mire usted el caso de los Estados Unidos y su polarización en todo sentido, los está orillando a un drama social de proporciones gigantescas que de corbata se lleva la salud, la economía y el ambiente.

Ante eso que queda: la verificación de los hechos y su divulgación continua. Los estudios científicos muestran que la gente está convencida de los hechos. Las verificaciones de hechos funcionan y eso es lo que vuelve valiosa la ciencia. Nosotros ya lo vivimos con la CICIG. Por parte de quienes difunden información falsa al respecto y fueron directa e indirectamente afectados por sus hallazgos: insultaron, amenazaron y lo que no pudieron a nivel legal lo hicieron al político dándole valor de legal. Creemos que solo la transparencia puede restaurar la confianza y eso no es motivo de acción en las actuales circunstancias sociales ni políticas.

Artículo anteriorProyectos o iniciativas de ley, reformas y modificaciones, reptan en el sobornable congreso para favorecer los “ideales” de la masa-clase político oligárquica
Artículo siguienteOjalá piense en quién fue embaucado