Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Alejandro Sinibaldi vino a Guatemala y de las primeras cosas que dijo es que iba a contar verdades y esa declaración se dio horas después del comunicado en el que expresó que él era un conocedor del sistema político del país.
La primera verdad que debiera de contar una persona que acepta y reconoce sus actos, es cómo logró ir escalando peldaños en un sistema que al día de hoy sigue permitiendo más políticos como el ex ministro o como Manuel Baldizón (si no me cree, mire a Felipe Alejos por citar solo un ejemplo) y quienes encuentran en personas particulares sus mancuernas perfectas para llevar a cabo sus negocios o fechorías.
Es necesario conocer la evolución de un sistema en el que cada vez existe mayor penetración y colusión del narcotráfico y en el que, increíblemente, terminan aliados actores del crimen organizado y hombres que se dicen y llaman de empresa, los primeros porque necesitan un control del sistema y los otros, cuidando su milpa, tal vez resignados a que ya perdieron el control y solo les queda “salvar su honor” no aceptando la comisión de algún delito.
Si Sinibaldi solo vino a querer salvar su pellejo porque se aburrió de vivir en Italia pero preso de las circunstancias que han significado enormes consecuencias para su misma descendencia, el sistema se asegurará su recomposición y una vez más, las mafias aprenderán la lección para intentar ir afinando sus actuaciones y que las mismas fortalezcan el sistema en lugar de debilitarlo.
Por el contrario, si Sinibaldi viene a aceptar su rol sin cortapisas y a cambio ofrece entregar el sistema entero con las plenas pruebas que se requieren en este tipo de casos, menudo favor le hará a los ciudadanos que todos los días luchan por mantenerse en el camino del bien y de aquellos que habiéndose dado cuenta de sus errores y sin buscar impunidad, ya entendieron que esto no tiene futuro en tan malas condiciones.
Sinibaldi nos puede contar desde cómo se eligieron las cortes (hay quienes vieron los puntos a ser negociados entre él y Baldizón y otros que ya vieron los listados de candidatos con las distinciones de quienes eran del Patriota y quienes de Lider en el Congreso), hasta cómo el financiamiento se traduce en que el Estado deje de cumplir con sus obligaciones como tal, pasando por el control de la Contraloría de Cuentas, el amaño de contratos, las licitaciones dirigidas, el control del Congreso, las condiciones impuestas a algunos nombrados (EXTREMOS QUE OPERAN A LA FECHA), etc.
Además, Sinibaldi puede contar cómo los políticos, en el mejor de los casos, se hacen de la vista gorda con el narcotráfico o se coluden con él y el daño que eso le ha generado a los planes de cualquier país que desee que el curso de la nación sea en el camino de la ley y el orden.
Sin importar qué haga Sinibaldi, es chance de nosotros los ciudadanos hacer lo necesario para alcanzar acuerdos que nos permitan tocar las fibras del sistema. Si no somos capaces de lograrlo, los radicalismos irán tomando más protagonismo y veremos una exacerbación de las cosas.
Pero claro está que si Sinibaldi decide entregar el sistema y dejarle a sus hijos el legado, no de sus actos al margen de la ley, si no de su reivindicación para que todos tengamos un futuro mejor, se abren las puertas para un futuro diferente.
Si por el otro lado, el ex compañero de Pérez Molina y Baldetti decide jugar de víctima, el sistema se mantendrá intacto y ni vale la pena perder mucho tiempo en eso porque será uno más queriendo operar para retomar el control perdido en un sistema que, insisto, muchos se resisten a dejar morir.