Adrián Zapata
Hace pocos días, el conocido Filipao, cuya figura se ha convertido en un símbolo nacional de la corrupción, amenazó al Canciller que lo interpelaría para expulsarlo del cargo si no se terminaba la presencia de los médicos cubanos en Guatemala. Su principal argumento fue “que el sueldo que se les paga a esos galenos va a parar a las manos del régimen comunista de Cuba”.
El Ministro de Relaciones Exteriores, inteligentemente se lavó las manos, diciendo que la decisión de anular el convenio con Cuba es del Ministerio de Salud y que la Cancillería actuará conforme ellos lo soliciten…”.
Por su parte, la Ministra de Salud reaccionó con una inseguridad que es propia de quien figura pero realmente no manda, y declaró a La Hora: “Es un tema que ya veníamos manejando independientemente del pronunciamiento del día de ayer –del diputado Alejos- y en eso estamos, en su momento se dará a conocer.”.
La Embajada cubana en un twitter reaccionó diciendo que “En este querido país de Guatemala, al cual nos unen lazos históricos entrañables, se inició desde 1998 la colaboración médica cubana que de forma ininterrumpida ha atendido más de 47 millones 344 mil 121 pacientes y ha realizado más de 494 mil 360 cirugías”.
Las reacciones de diversos sectores sociales fueron rechazando la salida de los médicos cubanos y valorando su trabajo en nuestro país.
A nivel internacional, el reconocimiento a la labor que realizan las brigadas de médicos cubanos en el mundo es muy grande, al punto que hay una campaña que solicita la nominación al Premio Nobel de la Paz para ellos, como reconocimiento a su labor durante la crisis del coronavirus.
Actualmente, dichos médicos están presentes en 88 municipios de 16 departamentos. Es sabido que se encuentran en lugares donde cuesta mucho que médicos guatemaltecos acepten ir.
La solicitud de Filipao pareciera fincarse en posiciones ideológicas, obviamente anticomunistas. Pero digo “pareciera”, porque difícilmente la conducta de este personaje tenga ese tipo de motivaciones, ni siquiera llega eso. Son motivaciones personales y políticas. Está claro que le habla al gobierno de Trump, siguiendo la exitosa estrategia de Jimmy Morales, quien poniéndose a los pies de ese díscolo Presidente, trasladó la Embajada de Guatemala a Jerusalem y acordó convertirnos en “país seguro” en la lucha contra la migración, todo con el propósito de lograr que no se objetara por Estados Unidos su estrategia de terminar con la CICIG y revertir los avances alcanzados en el tema de la lucha contra la corrupción.
Y es que todos compiten por la bendición de Washington para impulsar sus pretensiones sociales o políticas (perversas o positivas). Hincarse ante el imperio es la manera de lograr el respaldo para ello.
Tal vez por eso, la Ministra Flores respondió diciendo que ella y el Canciller ya estaban en ese juego de subordinación.
Afortunadamente, la Ministra de Salud autocorrigió su desliz y dijo, según declaraciones a Prensa Libre, “Nadie ha hablado del Ministerio de Salud, ni mucho menos yo, para retirar a la Brigada Cubana de Médicos del programa del Ministerio de Salud”.