Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

post author

Emilio Matta Saravia
emiliomattasaravia@gmail.com

Para finalizar con el tema de reactivación económica post COVID-19, en los primeros dos artículos me enfoqué en dos temas que considero muy importantes y a los cuales el gobierno no les ha dado la importancia y atención debida con su plan de reactivación económica: el apoyo a las MIPYME (micro, pequeña y mediana empresa) y el apoyo para mejorar sustancialmente el capital humano guatemalteco.

¿Por qué me enfoco tanto en ambos temas?  En la mayoría de los países del mundo, la micro, pequeña y mediana empresa conforman un altísimo porcentaje de las empresas registradas (sobrepasando en innumerables casos el 90%), y participan con un porcentaje importante, tanto del PIB como del empleo formal.  En los países miembros de la OECD, por ejemplo, un 31% de la fuerza laboral trabaja en microempresas, un 39% en pequeñas y medianas empresas y tan solo un 30% en empresas grandes.  Las MIPYMES son un driver importante de la creación de nuevos empleos en los países y contribuyen con la identidad y cohesión social en comunidades locales, por lo que su función socioeconómica no puede dejarse de lado.  Por otro lado, para los proyectos que ha presentado el gobierno para reactivar la economia va a requerir mano de obra calificada, o por lo menos con ciertos conocimientos técnicos que en este momento no poseen nuestros trabajadores.  Si se pretende atraer empresas para montar ensambladoras de teléfonos celulares, televisores y aparatos más sofisticados, se debe considerar que la mano de obra del pais debe dar un salto cualitativo muy alto en un período muy corto de tiempo, y el gobierno no tiene noción de por dónde empezar.  Si la tuviera, durante la etapa más dura del confinamiento, se hubiese podido dotar a cientos de miles de personas con equipo y recursos para poder tener capacitaciones en las distintas áreas que requerirían las inversiones que van a atraer.  Obviamente no se hizo porque no se tienen contempladas dichas inversiones.

En cuanto a la política fiscal expansiva que el gobierno ya ha iniciado para financiar (en una reducida parte, ya que la mayor parte del endeudamiento para COVID-19 ha tenido otros destinos) la reactivación económica y el consumo (que beneficiará principalmente a las medianas y grandes empresas), considero que, aunque es una opción viable, se debe tener muchísima transparencia en el manejo de los recursos y una muy cuidadosa conducción de la macroeconomía para evitar caer en un desmedido endeudamiento externo y la consiguiente monetización de la economía, ya que aunque en apariencia se tendrá un mayor poder adquisitivo en la inmediatez, el efecto a corto y mediano plazo es devaluación e inflación dado el excedente de dinero en circulación en la economía para comprar la misma cantidad de bienes y servicios que se producen localmente e importan.

La reactivación económica post COVID-19 debe tener una mayor discusión, incluir a más sectores y tratar todos los temas, así como tener claras las consecuencias que puede tener un mal manejo de recursos o de política monetariaA una población con una economia ya golpeada por la pandemia no le puede asestar otro golpe la irresponsabilidad de un gobierno.

 

 

Artículo anteriorEl famoso golpe de Estado del que se continúa hablando…
Artículo siguienteLa asombrosa corrupción neoliberal en México