Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Anoche escuché el discurso de Barack Obama en la Convención del Partido Demócrata en el que rompió con su estilo tradicional y lanzó una seria advertencia sobre lo que realmente está en juego en Estados Unidos, advirtiendo que todo el sistema democrático que se empezó a construir con la declaración de independencia y se fue perfeccionando a través de guerras civiles y de fuertes movimientos ciudadanos para lograr desde el elemental derecho al voto hasta el respeto a los derechos civiles, puede desaparecer por el efecto que ha tenido Trump en el ejercicio del poder, del que ha abusado violentando principios básicos de la democracia que no puede existir sin pesos y contrapesos y que le ha servido para fines personales que llegan al extremo de la persecución de quienes le caen mal y el perdón de delincuentes que son sus cómplices y que se comprometen a guardar silencio para apañarlo.

Me pareció un mensaje magistral pero me hizo pensar mucho en Guatemala, donde también vivimos momentos decisivos en términos del futuro del país y la posibilidad de caer, sin remedio, pisoteados por la Dictadura de la Corrupción que ha aniquilado no sólo los elementales valores democráticos sino que además ha capturado al Estado para convertirlo en instrumento de acumulación de privilegios y riquezas para quienes se reparten el pastel, en perjuicio del resto de la población que, al no recibir atención de nadie, no tiene otro recurso que el de buscar la migración como dolorosa salida para escapar de ese modelo que niega oportunidades.

Obama hizo un llamado a esa población alejada del radicalismo de los trumpistas para que entiendan que no es simplemente tema de elegir un nuevo Presidente. Es cuestión de preservar un sistema que llegó a ser modelo de democracia, con todo y los inevitables defectos, que era no sólo respetado por el mundo entero sino que inspiraba a muchos para buscar instituciones parecidas a las que fueron dando consistencia a la idea expresada por Abraham Lincoln en el conciso y famoso discurso de Gettysburg, al hablar de un “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, partiendo de la eliminación de la esclavitud para llegar al fin de la segregación racial que era una vergüenza a mediados del siglo XX.

Cuando los gobernantes ponen a las instituciones al servicio de sus intereses, electorales o económicos, y amenazan hasta con hacer difícil el ejercicio del voto si temen que el mismo les pueda ser adverso, es momento en que los ciudadanos tienen que despertar y actuar. No es tarea de un partido político ni de un candidato. Es la sociedad la llamada a implementar correctivos para rescatar lo que queda de democracia y enderezar el rumbo y ese fue el fondo del mensaje de Obama.

Sentí como que se lo decía a Juan para que lo entendiera Pedro. Porque si alguna sociedad está urgida de compromiso para enderezar el rumbo y acabar con la peor forma de dictadura que puede haber, la de la Corrupción, es la guatemalteca. Acá no tenemos sólo a un megalómano sino que además tenemos toda una institucionalidad pervertida y sometida al capricho de los pícaros, con diploma o de cuello blanco, que trabajan intensamente para controlarlo todo, hasta la justicia, para perpetuar el saqueo.

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