Antaño se decía que no se puede defender lo indefendible y eso justamente trató de hacer ayer la Fiscal General de la República con su solicitud de antejuicio a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad que han votado consistentemente contra las maniobras y mañoserías del ahora reforzado y vigorizado Pacto de Corruptos, olvidando que cuando ella misma integró esa Corte en calidad de suplente, sostuvo en un fallo su opinión de que esos magistrados no pueden ser enjuiciados por las opiniones vertidas en resoluciones emitidas por la Corte.
Por supuesto que en todo proceso, incluyendo amparos que pretenden evitar abusos que violenten el Estado de Derecho, hay partes inconformes por las resoluciones que se dictan y si cada uno de los inconformes presentara antejuicios contra los juzgadores simplemente porque no le gusta lo resuelto, no sólo se atascaría toda la justicia sino no habría personas que quisieran ser jueces a sabiendas de que mediante el litigio malicioso se les puede terminar haciendo la vida imposible. Y más aún cuando no son particulares los que tramitan esos antejuicios sino cuando lo hace nada más y nada menos que la principal autoridad en materia de investigación y persecución de delitos, misma que está llamada a entender el contenido de la ley para saber que por opiniones vertidas en una sentencia no se puede encausar a un magistrado de la CC.
Por supuesto que esos magistrados están sujetos a la ley y para eso existe el antejuicio. Si alguien incurre en prevaricato, delito claramente tipificado en nuestra legislación, o si mata a alguien o comete una estafa, por supuesto que puede y debe plantearse el antejuicio para que responda por algún crimen. Pero cuando vemos que sistemáticamente se denuncia y pide acción legal en contra de magistrados que resuelven en contra de los intereses del Pacto de Corruptos la situación es totalmente distinta y ese caso está debidamente previsto por la legislación que ofrece su garantía y protección a los juzgadores.
Si alguien pensó que doña Consuelo realmente trataría de ganarse el cielo o escogería el camino de la fidelidad al Señor, obviamente se equivocó de cabo a rabo porque hay compromisos de los que no es fácil zafarse y ella, cuando aceptó los términos que le impuso Jimmy Morales en nombre del pacto que en ese momento él representaba, sabía a lo que se estaba metiendo y escogió mostrar su fidelidad a otro señor, a ese poderoso caballero que es capaz de comprarlo todo, hasta las más presumidas conciencias que tapizan sus paredes con imágenes divinas.