El fundamental papel que jugó la administración de Estados Unidos en el desmantelamiento de la lucha contra la corrupción en Guatemala asestó un funesto golpe al esfuerzo por acabar con la impunidad que se ha tejido tan cuidadosamente en nuestro país para que la justicia no se aplique a los que gozan de poder, sea éste político, económico o social. Sin embargo, una cosa es cómo funciona la Casa Blanca y otra muy distinta cómo funciona el sistema de justicia que se ha logrado mantener pese a los esfuerzos que desde el mismo Departamento de Justicia se hacen para convertirlo en un remedo de la que se administra en Repúblicas Bananeras, donde el enemigo del poderoso es perseguido tenazmente, pero su amigo es perdonado graciosamente.
La descentralización de la justicia en Estados Unidos, especialmente de las fiscalías, permite que se siga operando pese a las alianzas que se puedan haber hecho con el inquilino de la Casa Blanca, aparte del hecho de que Trump está tan ocupado por ver cómo recupera puntos en la lucha por su reelección que lo que pase con sus amigotes de Guatemala (o amigotes de sus hijos) no tiene ninguna relevancia en estos momentos. Hay, desde hace rato, investigaciones en marcha contra varios guatemaltecos involucrados en corrupción y que han usado ese país para lavar su dinero. Corrupción que puede ser la de los sobornos comunes y corrientes o la de quienes se involucran con el narcotráfico para hacer más dinero y más shuco. Se habla mucho de que por allí andan todavía indagando de la famosa gallina en crema con loroco porque por mucho que mico con mico se dieran la cola en uno que otro desayuno de oración, los investigadores y fiscales no se detienen por esos favores protocolarios.
En Guatemala está visto que las investigaciones que tienen que ver con todos los que gozan del aprecio de la Fiscal General se quedan durmiendo el sueño de los justos y algunos de los que tuvieron la “osadía” de emprenderlas tuvieron que irse a buscar asilo porque fueron seriamente intimidados y/o amenazados de muerte, lo que se traduce en que fuera de una golondrina solitaria, el resto de la institucionalidad de la Fiscalía está maniatada y comprometida para no avanzar en casos, ni siquiera en los ya investigados.
Situación que no se da en Estados Unidos en donde mantienen investigaciones que suplen lo que acá se ha dejado de hacer y es bueno que los coludidos en el pacto lo sepan porque, evidentemente, soplan vientos de fronda.