El Ejecutivo publicó hoy en el Diario de Centro América una nueva ampliación al estado de calamidad por los efectos de la pandemia del COVID-19. Foto: La Hora/José Orozco

Si nos atenemos a los informes oficiales, el tremendo SARS-Cov-2 pudo haber empezado en China pero el que llegó a Guatemala observa rigurosamente la jornada inglesa y por eso los sábados y domingos como que descansa y solo queda pedir que ojalá que no sea para agarrar nuevamente más fuerza. Ayer, según el reporte oficial, se detectaron nada más 236 casos en todo el país, producto de la realización de apenas 561 pruebas, es decir casi el diez por ciento de las que las mismas autoridades de salud establecieron como el mínimo indispensable para dar cumplimiento a elementales (en realidad muy elementales) requisitos epidemiológicos.

Sabemos que las pruebas y resultados no ocurren el mismo día de los contagios pero Guatemala es, según se puede comprobar fácilmente, un país en el que el sistema de salud se relaja y reduce su eficiencia en el fin de semana sin que las autoridades nos den una explicación lógica que elimine las suspicacias que se arrastran desde la administración de Monroy sobre la manipulación de los datos. La respuesta sencilla de las autoridades de salud, consultadas por La Hora sobre esa dramática reducción en las cifras, fue: “Es la cantidad de pruebas reportadas por las unidades de salud (públicas, privadas e IGSS). Los fines de semana se ha observado una disminución en el reporte de datos (de sábado para domingo y de domingo para lunes) por parte de las unidades de salud, no sabemos porque (SIC) disminuye la cantidad de reportes”, cita textual de la respuesta oficial.

Y preocupa todo ello porque notamos un relajamiento en la actitud de muchas personas que, por supuesto, será mayor en la medida en que Salud Pública en su sitio oficial reporte tan dramática reducción de los casos sin que pueda explicar la razón existente para ese inusual comportamiento que no aparece en las estadísticas que ofrecen otros países del mundo entero.

La confiabilidad y credibilidad de las cifras oficiales es fundamental para tener un diagnóstico real de la situación que se enfrenta y no hay cómo pueda entenderse esa brusca reducción que presenta Guatemala todos los fines de semana. Obviamente no somos expertos en epidemiología pero si no podemos imaginar el rompecabezas que para los estudiosos de la pandemia significa trabajar con las cifras que va presentando el país, y eso sin abordar el tema de qué pruebas se hicieron, si de las confiables o de las otras a las que asignan alto margen de error.

Preocupa el relajamiento de las precauciones, pero más en el contexto de información inexplicable.

Redacción La Hora

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