Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

Sin duda alguna la llegada del próximo embajador de los Estados Unidos de América para Guatemala no pasa desapercibida, la expectativa es de grandes proporciones y los interesados en tener un espacio con el diplomático son muchos, algunos guatemaltecos dan hasta la vida por hacerse escuchar, otros estarán ya utilizando cualquier canal disponible para hacer llegar sus opiniones sin duda muy interesadas, y los que no logren ese acceso, no les queda más que presumir que tienen influencia en la embajada americana, incluso amenazar aduciendo que tienen ese canal aunque solo sea en sus sueños como es costumbre, pues su papel de oportunistas esta siempre vigente.

Resulta que la coyuntura que encontrara el diplomático en Guatemala es, que al margen de la pandemia COVID, sin una estrategia sólida para enfrentarla, se debate en una lucha de poderes fácticos maliciosos: LA CORRUPCIÓN VERSUS LA PERVERSIDAD; algo así como que los guatemaltecos estamos condenados a salir de las llamas para caer en las brasas. En tal sentido la expectativa es enorme en los guatemaltecos medianamente informados y se preguntan que además de velar por los intereses norteamericanos como obvia tarea, ¿cuál será la agenda del diplomático?, ¿a quienes escuchará?, entre otras preguntas. La polarización que en Guatemala se vive ya nada tiene que ver con la izquierda o con la derecha, desde hace unos buenos años, ambas posiciones ideológicas han quedado solo para justificarse entre sí; la lucha es por el control de los factores de poder para protegerse del peso de la ley o sea mantener su impunidad; y para esto ambas posiciones cuentan con aliados estratégicos incluyendo en la comunidad internacional. Lo cierto es que, en ningún proyecto político, ni rincón ya sea corrupto o perverso figura el bien común de los guatemaltecos, dejando a la población y sus intereses en total abandono, asolada por las necesidades de desarrollo y las precariedades en los servicios públicos, potenciando con ello la migración, la violencia, la corrupción, la perversidad y el crimen.

Los guatemaltecos de bien necesitan un representante de la hegemonía, con la influencia que eso representa, que no se deje influenciar por los actores de siempre, que encuentre nuevos interlocutores de la realidad guatemalteca, porque quienes ofrecen a través de terceros sus servicios o sea los de siempre, representan al status quo que mantiene a Guatemala en una lucha intestina entre la corrupción y la perversidad, con sus respectivos fans que en muchas ocasiones son utilizados en su buena fe. Guatemala necesita encausarse por el estado de derecho, pero no como lo entiende la esquina que dice ser de derecha, ni como lo entiende la esquina que dice ser de izquierda, sino un Estado que propicie el equilibrio que debe dar el respeto a la ley, sin los sesgos ideológicos como hemos vivido los últimos años, de lo contrario seguiremos viendo a los mismos actores perversos, escuchándolos decir que reciben instrucciones en inglés, aunque no lo entiendan. De esa cuenta que el accionar del diplomático antes mencionado, puede ser un factor de equilibrio.

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