En San Juan Comalapa, el presidente Alejandro Giammattei reaccionó molesto ante los planteamientos que le hicieron. Foto La Hora/Presidencia

Ayer el Presidente Giammattei visitó Comalapa y cuando las autoridades ancestrales hicieron con toda educación y respeto sus planteamientos al gobernante, con su lenguaje corporal hizo obvio que inmediatamente después del absolutamente civilizado saludo que le formularon empezó a perder la paciencia. Pasaron 7 minutos y 44 segundos hasta que reventó sin poder contener la ira y el disgusto. Los reclamos de los vecinos de Comalapa, representados por sus autoridades ancestrales, pueden considerarse como válidos y dignos de una respuesta no sólo mesurada sino con el mismo nivel de educación y respeto que ellos mostraron, pero el asunto va más lejos.

¿Qué pasaría si un pueblo que ha estado oprimido e ignorado por siglos tuviera una reacción contra las autoridades como la que tuvo ayer el Presidente de la República? ¿A dónde iríamos a parar si la gente que está harta de la politiquería corrupta en vez de quejarse por las redes sociales adoptara una actitud similar al ejemplo que nos brindó ayer el gobernante? En Guatemala hay demasiados motivos para estar descontentos y el manejo de esta pandemia se viene a sumar a los acumulados de generación en generación, pero la gente está reaccionando con mesura y educación sin perder los estribos a la primera de cambio.

Por supuesto que dan ganas de gritar y despotricar cuando se ve a un Congreso como el actual manoseando el tema de la justicia o cuando vemos a una Fiscal que de la manera más cínica que pueda haber apaña la desobediencia al tribunal constitucional. Por supuesto que dan ganas de mandarlo todo al chorizo cuando se ve a la gente en las calles con banderas blancas clamando por lo elemental para la subsistencia, mientras que todo el sector público, desde el último sindicalista hasta el Presidente de la República, pasan la crisis sin sufrir el menoscabo ni siquiera de un centavo de sus jugosos salarios.

Motivos para perder la cabeza y la paciencia abundan. El presidente está dando un peligroso ejemplo con su reacción hepática, calco de la forma en que regaña a los ciudadanos en las cadenas nacionales que más que informativas son auténticos “regaños” dirigidos a toda la Nación.

Hasta Ubico, el Tata Presidente, era menos explosivo y su desprecio a la gente lo manejaba mejor. Es tiempo de diálogo, de entendimiento y eso significa que todos aprendamos a escuchar con respeto a todos, sin exabruptos ni berrinches que no llevan a ningún lado. Fue tan penoso el incidente que hasta en los canales de gobierno suspendieron la transmisión y eliminaron el video, pero el momento sigue circulando viralmente en las redes sociales para vergüenza y escarnio de todo el país.

Redacción La Hora

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