Mariela Castañón

mcastanon@lahora.com.gt

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, once años de ejercicio periodístico en la cobertura de niñez, juventud, violencias, género y policiales. Becaria de: Cosecha Roja, Red de Periodistas Judiciales de América Latina, Buenos Aires, Argentina (2017); Diplomado online El Periodista de la Era Digital como Agente y Líder de la Transformación Social, Tecnológico de Monterrey, México (2016); Programa para Periodistas Edward R. Murrow, Embajada de los Estados Unidos en Guatemala (2014). Premio Nacional de Periodismo (2017) por mejor cobertura diaria, Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Reconocimiento por la "cobertura humana en temas dramáticos", Asociación de Periodistas de Guatemala (2017). Primer lugar en el concurso Periodístico “Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes”, otorgado por la Asociación Pasmo, Proyecto USAID (2013).

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Mariela Castañón
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Hasta el miércoles 15 de julio, el Sistema Penitenciario (SP) cuantificaba 15 muertes por COVID-19 de privados de libertad, así como 199 casos positivos, de los cuales 78 estaban activos. Estos son los datos que oficialmente se conocen, pero no dudo que exista un número mucho mayor comparado con el que proporcionan las autoridades, que les ha faltado explicar más detalles de lo que ocurre a lo interno de los 21 centros carcelarios bajo su responsabilidad.

El pasado 13 de julio, el compañero Johan Ordóñez, de la agencia AFP, captó una imagen dramática e impactante, de un privado de libertad que ingresó a la Unidad COVID-19 del Hospital General San Juan de Dios. El señor que se observa en la imagen es llevado prácticamente a rastras porque no puede caminar, por los guardias penitenciarios, quienes no visten trajes especiales para evitar ser afectados por coronavirus, es más hasta hace algunas semanas ni siquiera tenían mascarillas, pues yo misma los vi comprar algunos de estos insumos con vendedores ambulantes, frente al Centro de Detención Preventiva para Hombres de la zona 18.

Representantes del SP fueron consultados por el caso del señor captado en la imagen de Johan Ordóñez, y respondieron que estaba recluido en Pavón, fue trasladado al Hospital porque padecía desnutrición y síndrome de desgaste, lo cual hizo que se desplomara a su ingreso al centro asistencial. En relación con la falta de trajes especiales para los guardias, indicaron que estaban averiguando las razones por las que no portaban la indumentaria, pues esos insumos se les proporcionan cuando realizan traslados de reos.

En los últimos meses, la información relacionada con la pandemia en las prisiones ha sido confusa, porque en otros casos se ha dicho que los privados de libertad padecían neumonía o tenían otras enfermedades y por eso fallecieron. Algo similar ocurrió el 14 de julio con el exdirector del SP, Edgar Camargo, de quien el SP dijo que fue trasladado al Hospital Roosevelt por neumonía, diabetes mellitus, vértigo, hipoxia; el SP descartó coronavirus, pero poco después, el Hospital confirmó que Camargo sí tenía coronavirus.

Es muy importante que el Sistema Penitenciario informe sobre lo que está ocurriendo en las cárceles, la situación puede salirse de control en cualquier momento y todas las personas que están recluidas en las prisiones en algún momento tendrán necesidad de ingresar masivamente a la red hospitalaria, que por cierto ya colapsó.

Toda esta situación también puede generar incertidumbre en las familias de los reclusos, así como en ellos mismos, que además de las condiciones adversas de reclusión ahora se suma este virus, que no dudo esté causando más preocupaciones. Este tema debe analizarse con objetividad y sin estigma.

Es vital que el SP verifique todo el contexto de lo que actualmente sucede, que actúe con responsabilidad y acierto para evitar un brote mayor de COVID-19. La situación parece agravarse con el paso de los días, por eso debe actuar pronto. Además de revelar la información que debe ser de conocimiento público.

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