El reporte del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social señala que en las últimas 24 horas se registraron 740 casos nuevos de COVID-19 en el país. Foto AP

Ayer, tras la publicación en La Hora sobre el abandono epidemiológico de la epidemia (parece galimatías pero no lo es), el Ministerio de Salud anunció que “están considerando” la contratación de 400 rastreadores para dar seguimiento a los casos positivos en el departamento de Guatemala. Conforme a los precedentes reconocidos en estos días, especialmente en la contratación del personal del Hospital temporal del Parque de la Industria, esos encargados del rastreo estarán en funciones en unos tres o cuatro meses, tiempo que también tomará sin duda incrementar las pruebas.

Querer combatir una epidemia sin controles epidemiológicos es como volar a ciegas y sin instrumentos en medio de una tormenta y eso es justamente lo que ocurre aquí. Las personas contagiadas nunca son preguntadas por sus contactos y la mayoría de éstos no saben que estuvieron expuestos. El trato de odio contra los contagiados hace que muchos callen pero lo inaudito es que las autoridades no muevan un dedo para atajar futuros focos de mayor propagación.

Lo único positivo de todo esto es que “ya lo están pensando”, pero como no serían plazas fantasma tomará su tiempo en nuestra ineficiente gestión pública. Y luego habrá que adiestrarlos y pedirle a Dios que realmente hagan su trabajo como Dios manda.

Una pandemia ofrece la ventaja de que se puede aprender de lo que han hecho los países que la sufrieron antes. Pero acá, con la mentalidad burocrática que hay y que atrapa hasta a los recién llegados, parece que nadie estudia cómo actuaron en otros países ni se esmeran por conocer sus experiencias.

Redacción La Hora

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