Edith González
Estamos por cumplir cuatro meses desde que se decretó la existencia del primer caso de Covid en nuestro país. Ayer el Ministerio de Salud informaba de 27 mil 619 casos de esta mortal enfermedad, que para ese día había dejado ya 1 mil 139 personas fallecidas en nuestro país Entre las que se encuentran personal de salud, de los tribunales, vendedores, adultos mayores, niños, jóvenes, mujeres…
El Covid 19. Es una enfermedad que no respeta, etnia, edad, sexo o riqueza. Pero igualmente es una enfermedad que se puede tratar de prevenir siguiendo las normas dadas por las autoridades de salud.
Todos sabemos y repetimos que debemos usar mascarilla, lavarnos las manos y mantener el distanciamiento social. Lo que parece es que igualmente cada uno interpreta estas normas a su manera, según le convengan o considere la norma a su medida.
Hemos sabido de personas que se contagiaron o contagiaron a otros por visitarles. Por no utilizar la mascarilla adecuadamente, tapando boca y nariz y no quitarla para nada. O que pudiendo lavarse las manos, utilizan un gel barato, seguramente adulterado que no les protege, y lejos de ello les da una falsa sensación. Sin pensar que la vida no tiene precio.
Pero también están los que se contagian por ir a la tienda y más triste los que acostumbrados a vivir una vida distendida, se juntan para consumir licor y armar una fiesta en horario de toque de queda, a sabiendas de que está prohibido. Se gastan el dinero de su comida y peor el de la comida de su familia y todavía deben pagar una multa.
Cuando registrados en el Ministerio de Trabajo hay 17, mil personas que han quedado sin empleo en estos últimos cuatro meses, y otras tantas que no tienen registro. Entonces, es el momento de ser más cuerdos, más asertivos y tomar mejores
Estamos como sociedad acostrumbrados hacer lo que se nos da la gana, pero este es el momento de cambiar, de retomar la vida en serio pues como decía mi hermano César Augusto “ la vida no es cola de iguana y no retoña”
El contagio que nos puede llevar a la muerte, no tiene sentido sólo para nosotros. Antes de saber de nuestra enfermedad, durante la etapa de incubación pudimos contagiar a muchas personas incluso a nuestros seres queridos. Y nuestra muerte dejará de cualquier manera una pena y un dolor además de formar parte de una estadística en la cuenta como país y como parte del género humano.
Cambiar nuestras conductas, nuestro pensamiento, ser más consciente es importante ahora, como lo será en el futuro ser ahorradores y previsores, para poder respondernos en estos momentos de emergencias.
Hoy le pido, deténgase, piense si hay otra forma de hacer lo que hace a diario, que le evitaría arriesgarse. El encierro es duro, si así lo queremos ver, pero igualmente nos permite realizar muchas actividades para las que antes no tuvimos tiempo y lo más importante conservar la vida y la salud.
Mis condolencias para todos los que han quedado atrás, habiendo visto partir un ser querido, sin poder ayudarle, ni acompañarle.