Jorge Morales Toj

Maya K’iche’, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogado y Notario, con estudios de Maestría y Doctorado en Derecho Constitucional. Pacifista y Defensor de los Derechos Humanos.

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Jorge Morales Toj
jorgemoralestoj@gmail.com

Hace algunos días suscribí el manifiesto del Consejo Latinoamericano de Investigación para la Paz (CLAIP) denominado “Por Una Nueva Normalidad”. Dada la importancia que merece dicho manifiesto, me permito transcribir literalmente algunos apartados:

La profunda crisis mundial que hoy sufrimos a causa del virus SARS CoV-2 es un síntoma de la normalidad enferma en la que vivíamos. La virulencia de la crisis es magnificada por un modelo civilizatorio que antepone los intereses particulares sobre los derechos universales, que privatiza los beneficios y socializa las pérdidas, que estimula la acumulación de unos pocos a costa del despojo de muchos, y que impone una cultura política depredadora de la vida. Ningún bien está a salvo de las garras del egoísmo exacerbado por políticas privatizadoras que se hacen pasar por públicas: ni el agua que bebemos, ni el aire que respiramos. Tampoco nuestra exigua libertad se encuentra a salvo, ahora confundida con la capacidad para autoexplotarnos.

La normalidad que nos precede es la normalidad que nos hizo cómplices de la producción, reproducción y normalización de la exclusión, del odio, de la pobreza, del dolor, de la violencia, del miedo, de la violación, de la frustración, del desánimo, la depresión y la muerte. Es la normalidad que invadió nuestro sentir y condicionó nuestros anhelos y deseos, que colonizó nuestro pensar al arrinconar los saberes ancestrales de nuestros pueblos, otorgando un valor superior a la apariencia sobre la esencia.

La normalidad a la que nos empeñamos en regresar sin cuestionar es la de una conciencia anestesiada, esa que no repara en los impactos tremebundos de un sistema corrupto y corruptor que hicimos nuestro. Esa que no repara en la sistemática violación de unos derechos a los que terminamos renunciando, ni al daño que sobre los bienes más preciados terminamos practicando como lo evidencia la condición paupérrima de nuestros sistemas de salud: carentes de hospitales, respiradores y medicamentos, pero repletos de esperanzas vanas por evitar una muerte más.

Una muerte más que revela la urgencia de una nueva normalidad: 1. Una nueva normalidad que garantice el sustento de la vida y la atención de las necesidades materiales del conjunto de la población: capaz de sustituir el paradigma economicista de la producción exacerbada, la acumulación de capital, la especulación y el crecimiento exponencial, por el paradigma de la redistribución equitativa de la riqueza, la sustentabilidad y el buen vivir. 2. Una nueva normalidad que le devuelva el valor a la vida, basada en el cuidado y el respeto, que tenga en cuenta a las generaciones venideras, y que ponga fin al cambio climático, a la explotación de los seres vivos y de los bienes naturales, a la contaminación del agua y del aire, y a la destrucción de bosques y playas. Un paradigma que nos entienda como parte del cosmos y una especie más de la biodiversidad planetaria. 3. Una nueva normalidad fundada en una concepción de la salud que vaya más allá de la enfermedad, que se oriente al bienestar, que potencie los saberes diversos, ancestrales y emergentes, y que priorice la dignidad, la soberanía de los cuerpos, y la sanación de la violencia. Un modelo de salud como derecho universal y no como negocio, que garantice el acceso gratuito a la cura de la covid-19 para el conjunto de la humanidad cuando ésta se descubra.

Invito a todas y todos los ciudadanos que quieran adherirse a este manifiesto, ingresando a la página: phttp://unanuevanormalidad.org/.

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