David Martinez Amador

Politólogo. Becario Fulbright-Laspau del Departamento de Estado Norteamericano. Profesor Universitario,, Analista Político y Consultor en materia de seguridad democrática. Especialista en temas de gobernabilidad, particularmente el efecto del crimen organizado sobre las instituciones políticas. Liberal en lo ideológico, Institucionalista y Demócrata en lo político.

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David C. Martínez-Amador

En la entrega anterior se hizo referencia al Maestro, Sócrates así como a la tan particular manera en que vivió la peste que azotó Atenas. Fue abordado también su visión tan particular sobre la muerte. Su discípulo más famoso, Platón, fue testigo del juicio que condenara a muerte a Sócrates y además le acompaño en los últimos momentos. Así nace, el Diálogo conocido como la ´Apología´.

Con respecto a Platón hay mucho que decir. El diálogo que lo catapulta a la fama inmortal es la República, en donde se da a la tarea de diseñar la ciudad perfecta. Hay que recordar, Atenas cae en la degeneración completa, transformándose en lo que Sócrates llamó ´la ciudad de los cerdos´. Esa masa, esa chusma, el gobierno de la oklocracia pediría a gritos que Sócrates fuera ejecutado y por lo tanto la misión del filósofo era la de fundar una nueva República. Una ciudad ideal, que fuera capaz de ser habitada por ciudadanos virtuosos.

En términos generales, hay en la pluma platónica un repudio por el hombre común y corriente. Un desprecio por las reacciones emotivas, viscerales e irracionales que el grueso de las personas muestran. El miedo, es el elemento que mejor extrae estas reacciones y aspecto que Platón aborda en el Diálogo Laques ( o sobre la valentía). En lugar de usar el término phóbos (fobia, miedo) Platón usa sobre todo la palabra déos. Déos, es la suposición, presunción o recelo de un mal por venir duradero, mientras que el phóbos es un golpe presente y momentáneo producido por algo aterrador. Frente a la posibilidad del phóbos, ¿ Qué puede hacer la Ciudad Perfecta?….. ´o los reyes estudian filosofía o los filósofos se hacen reyes pero la conducción de los asuntos de la Ciudad no puede quedar en manos del hombre ordinario´.

Del Diálogo Laques pasamos a la República, y la sentencia es lapidaria. El hombre común y corriente no está capacitado para atender los asuntos de la ciudad, y menos aquellos que destapan el miedo. Para Platón es necesario la conducción del ´filósofo rey´, aquel que es capaz de conocer en su totalidad la veracidad o falsedad de las ideas. En nuestro lenguaje moderno, hablar del filósofo rey es hablar del técnico, el tecnócrata, aquel que tiene el poder de la técnica: En esencia, el especialista en los asuntos de gobierno. Gestiones contemporáneas tan desastrosas la actual crisis del Covid19 cómo la llevada a cabo por Donald Trump o Yahir Bolsonaro sólo nos hacen recordar el precio de no escuchar las voces expertas. El precio por conducir los oficios del Estado, en la gestión ante el miedo dejándose llevar por el ´sentido común´.

En términos políticos esta crisis epidemiológica debe reconfigurar las reglas del juego político. Optar a los cargos públicos no puede justificarse más, en razón de la apetencia popular basada en emociones, canciones, estructuras de mercadeo barato. Cómo nunca antes, es necesario darle mucha más importancia al expertise, a la experiencia comprobada, a la formación académica. En suma, frente a esta pandemia, Platón nos diría claramente: La conducción de la ciudad ( la conducción del gobierno) no es para cualquiera, mucho menos para los improvisados, los amateurs y los inexpertos. .

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