Arlena Cifuentes
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Aún en momentos críticos como los actuales no se puede dejar pasar la oportunidad para felicitar a la gran familia de LA HORA por estos cien años de vida, a los trabajadores y a quienes la dirigen que conforman ese gran equipo, imbuidos de los mismos objetivos lo cual hace la diferencia. Un periodismo serio, comprometido y responsable. Congratulaciones para la familia Marroquín Pérez que ha puesto todo su empeño por mantenerse incólume, en un esfuerzo deliberado porque sean los principios de honradez, veracidad, valentía, respeto y libertad de expresión los que prevalezcan y con los que me identifico plenamente.
El Presidente cometió una grave equivocación al designar a Monroy y su equipo para hacerse cargo de la Cartera de Salud quienes dieron muestras de una total incapacidad desde los primeros días. Lamentablemente el mandatario dejó pasar mucho tiempo para realizar el cambio y las consecuencias las está pagando el pueblo con sus vidas cuyas pérdidas son irreparables, no basta un “lamentamos profundamente”. Qué le importa al Gobierno una o diez mil vidas menos, mientras no les toque vivirlo en carne propia.
Tan grande es el compromiso del Presidente con Monroy que resultó premiado y ahora tendrá a su cargo la construcción de los nuevos hospitales para lo cual no está capacitado; por otra parte, no es este el mejor momento para emprender esta tarea. El presente demanda identificar instalaciones que estén siendo subutilizadas, fortalecer los hospitales existentes con equipo, insumos, personal médico que trabaje en condiciones dignas y aumentar el número de camas tomando en cuenta que estamos iniciando nuestro ascenso hacia el pico. El número de infectados no se visibiliza así como el número de fallecidos debido a la falta de suficientes pruebas y al esfuerzo del gobierno por ocultar información.
Han transcurrido cien días perdidos. Llamando a las cosas por su nombre no hemos estado ni confinados ni en cuarentena. Ni el Gobierno ha sido capaz de dotar al sistema de salud de lo necesario para evitar la pérdida de vidas humanas.
A través del personal de salud se sabe que no hay oxígeno, que el tan aplaudido Gobierno ha sido incapaz de renovar el contrato correspondiente como consecuencia la gente está muriendo en el abandono. ¿Cómo deducir responsabilidades? Cómo no indignarnos, al saber que el laboratorio nacional no hará pruebas porque no hay suficientes. Cómo permanecer en silencio cuando el Presidente insiste en darnos “buenas noticias” con un cinismo inadmisible sabiendo que conocemos las catastróficas consecuencias de su inoperancia.
Qué autoridad moral tiene para pedirle a la población que actúe responsablemente. ¿Por qué el flamante ministro dejó de dar la cara, de 600 infectados pasamos a 200 para alguien que razona, tiene esto sentido? Y para alguien que no está en capacidad de hacerlo genera confusión lo que provoca relajamiento en las medidas. Por otra parte no se vale que los medios de comunicación continúen justificando al Gobierno con que el sistema de salud ha estado abandonado, eso todos lo sabemos. Quien sea que asuma el Gobierno de un país está obligado a conocer su realidad. El Gobierno actual cuenta con los fondos suficientes para enfrentar la pandemia pero ha demostrado ser incapaz.
Con la llegada del Dr. Asturias hubo un hálito de esperanza. Sin embargo, temo que ya entró a la jugada, aceptando el número absurdo de pruebas que diariamente se realizan contribuyendo al engaño de la población, cuando debería poner un alto a la errática actuación del Gobierno ya que al no hacerlo le convierte en cómplice y parte de la misma. La semana pasada expresó que las cifras de infectados que diariamente se daban a conocer había que multiplicarla por diez lo que me pareció realista y que actuaba sin mordaza aunque se quedó corto y al parecer le cortaron las alas.