Marco Tulio Trejo

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Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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Marco Trejo

Las estadísticas de la ejecución presupuestaria en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), para la instalación de hospitales temporales, dan pena y vergüenza porque las mismas reflejan, que durante esta pandemia, solamente han podido ejecutar el 3.17 por ciento de los Q1 mil millones que tienen asignados para hacerle frente al Covid-19.

Para digerir esta situación no es necesario ser experto, pero las estadísticas son elocuentes y nos permiten ver que tenemos un sistema de salud deficiente, que no importa que tenga millones de quetzales asignados, pero que al final de cuentas no puede o no quiere caminar para enfrentar una enfermedad que cada día, por la cantidad de casos, rebasa la capacidad de la red hospitalaria nacional.

Es lamentable que el Estado no pueda atender las necesidades de la población y mucho menos proteger a sus trabajadores, quienes, hasta la fecha, han fallecido siete médicos, 118 más se encuentran infectados, pero también se debe sumar otros 125 enfermeros que están, fuera de servicio, tratando de recuperarse del contagio sufrido por la falta de insumos para la atención de los pacientes.

Con este sombrío panorama y si los números suben, como ha ocurrido en los últimos 12 días, tiempo en el cual apareció el 43 por ciento de los enfermos reportados, nos obligará a ponernos en alerta máxima, porque de seguir así la curva de contagio, vamos a tener dos semanas muy críticas en el sistema de salud, que podría obligarnos a ver escenas no deseadas, que se han visto en otros países, que ya pasaron por esta crisis, con mejores sistemas de salud.

Pero lo que más me preocupa es que después de 100 días de pandemia, se da la remoción de la cúpula del Ministerio de Salud, lo cual nos viene a poner en cero otra vez, porqué las nuevas autoridades llegan a conocer donde están parados y si tienen tres dedos de frente, deben mandar hacer una auditoría interna, para sentarse en una mesa limpia, sin tener que preocuparse de lo que hicieron sus antecesores.

Entonces con este panorama nos vemos otra vez en la llanura, en medio del pico más alto de contagios, de una enfermedad que tiene de rodillas a la mayoría de países del mundo, que no ven la forma de salir de la emergencia, porque aún desconoce el comportamiento del nuevo virus, que ha golpeado la economía mundial, que no puede reactivarse, por el comportamiento de la enfermedad que no tiene una vacuna para inmunizarnos y poder seguir con la cotidianidad.

Este sombrío escenario lo único que nos deja al descubierto es que, estamos en el mejor momento, para reflexionar sobre qué tipo de burocracia tenemos, la cual no sabe afrontar problemas y solamente desnuda un Estado, carente de personal calificado dentro del engranaje estatal, que no sirve para nada, porque su fuerza laboral no llena las calidades profesionales y solamente han sido nombrados por las deudas políticas de campaña.

Lamentablemente la coyuntura política nos pone en la disyuntiva de discernir, si el presidente de la República, Alejandro Giammattei ha tomado la mejor decisión al haber removido del cargo al ministro Hugo Monroy y sus viceministros, pero el tiempo nos dará la respuesta y desafortunadamente, mientras eso sucede, seguiremos toreando una enfermedad, que puede traer una de las peores crisis económicas, en una Guatemala, que ha sido golpeada por la corrupción.

Pero lo que no podemos dejar pasar y debemos estar atentos es que el Congreso de la República anunció para la próxima semana, una sesión plenaria, donde elegirán los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y de las Salas de Apelaciones, cuyas designaciones se han visto empañadas, por una serie de manipulaciones, que mantiene cooptada la justicia y que necesita de transparencia para lograr la paz, en un país, carente de equidad.

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