Por: Adrián Zapata
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Mientras América Latina es el epicentro de la pandemia de la Covid 19, ya se reflexiona en el mundo sobre lo que será la “nueva normalidad”.
Una persona muy querida me envió unos pensamientos elaborados por su profesora de Filosofía, Rosario Sarmiento, publicado en “Ángel Metropolitano” (Ciudad de México, 15/06/2020), con el título “Los filósofos no son profetas”, en el cual literalmente dice “Leí un libro que se llama Sopa de Wuhan, en donde varios pensadores, entre ellos filósofos, exponen su visión acerca de la salida de esta pandemia. Me llamaron la atención las opiniones de Byung Chul Han y la de Slovoj Zizek con relación a este tema.”. Siendo más explícita en sus preocupaciones Sarmiento cita al segundo diciendo “La pandemia le ha dado el golpe mortal al capitalismo” y al primero afirmando “Tras la pandemia el capitalismo se hará más fuerte”.
La académica recuerda que el propio Byung Chul Han ha aseverado que “el covid 19 está demostrando al mundo que la vulnerabilidad o mortalidad humana dependen del estatus social. Esta pandemia hace que se observen más las diferencias económicas y sociales; los ricos se mudan a sus casas de campo y hacen “home office”. En cambio, muchos tienen que salir a las calles y exponerse.”. Y, en la dimensión política de esta previsión, el mismo filósofo señala que “Hay países en donde la democracia acabará pronto como por ejemplo en Hungría, en donde al declarar estado de emergencia, se interviene en la sociedad de manera autoritaria”, agregando que “en breve tiempo, la democracia liberal colapsará y vendrán los modelos autoritarios. Así China obtendrá fuerza al vender su estado de vigilancia continua y la superioridad de su sistema.”. La académica contrasta lo afirmado por Han con lo que al respecto afirma el otro que cita, Zizek, quien “se pronuncia a favor de un neocomunismo para el mundo; no es una solidaridad idealizada, es una nueva sociedad solidarizada por el egoísmo. El capitalismo es un desastre ya”.
Como se ve, son dos las dimensiones analizadas, la socioeconómica y la política. En esta segunda, angustiosamente se señala la anulación de la individualidad debido a los controles sociales propios de los regímenes que se califican de autoritarios. Pero la realidad es que dicho control tan temido no es producto de la pandemia. Google maps cada mes me informa a través de mi celular los movimientos que he tenido en ese período, las distancias que he recorrido y hasta me proyecta fotos de los lugares que he visitado. Mi tarjeta de crédito claramente clasifica mis egresos y me indica en un gráfica mensual en qué rubros he hecho mis gastos. Netflix se adelanta a mis decisiones y me “sugiere” qué me gustaría ver. Y nada qué decir sobre el condicionamiento que hace de mis gustos la publicidad engañosa y cómo manipulan mis sentimientos y mis preferencias de todo tipo los grandes medios en poder de los sectores hegemónicos.
Como se observa, y eso es lo que me interesa resaltar, la esencia injusta del capitalismo se ha hecho evidente. Los dioses Competitividad y Mercado son ídolos con pies de barro. Y, lo más relevante, no es cierto que democracia y capitalismo sean hermanos gemelos.
La ilusión de la libertad individual es un discurso que frecuentemente sirve para reivindicar lo que en realidad está alienado.
Sin embargo, a pesar de todo lo que he dicho, no niego la necesidad de defender la individualidad de cara al control social de la población. Sólo afirmo que no seamos ingenuos.