En todos los países afectados por el coronavirus el personal de primera línea se ha visto afectado y muchos han sido contagiados y varios han muerto, además de que tienen que realizar larguísimas jornadas para atender a pacientes que van de delicados a críticos en los centros asistenciales. Médicos y enfermeros, hombres y mujeres, han sido verdaderos héroes aplaudidos por la sociedad, aunque nadie se les quiera acercar cuando están fuera de servicio por temor al contagio. El caso es que en Guatemala a los riesgos propios del oficio se suma la ineptitud de las autoridades para dotarlos oportunamente de los medios de protección y el equipo necesario para cuidarse de contraer la enfermedad y tenemos ya un alto número de ellos que han dejado de trabajar por haberse contagiado y entre el gremio se habla de 11 galenos muertos y dos personas de enfermería.
Antes de venir a Guatemala el doctor Edwin Asturias dijo que había que incrementar el cuerpo médico y que debían acelerarse las graduaciones de muchos que penden de sencillos trámites burocráticos. En otras palabras, uno de los temas que preocupaba al galeno cuando estaba aún en la Universidad de Colorado era la insuficiente dotación de personal para atender la emergencia, problema que no se ha resuelto, pero al que se agregan las numerosas bajas, algunas primero Dios temporales y otras tristemente definitivas, que se están viendo en el sistema hospitalario en medio de la urgente necesidad que plantea la propagación de más casos, aún en medio de la notoria carencia de capacidad para realizar más pruebas.
El gobierno sostiene, y lo ha dicho el Presidente citando cifras, que todo el personal tiene a disposición equipo suficiente que va desde mascarillas quirúrgicas hasta la ropa de protección, pasando por guantes, caretas y todo lo que pueda hacer falta. El problema, sin embargo, es que los médicos y el personal se siguen quejando de abastecimiento y es un hecho que entre las versiones oficiales y lo que dicen los médicos, la ciudadanía le tiene que creer más a éstos porque el oficialismo ha ido minando su credibilidad en cuestiones tan elementales como el relajo que les hizo la simple contabilidad del número de muertos.
Por ello es que desde el principio dijimos que la comunicación honesta y cierta era absolutamente necesaria porque el pueblo tenía que tener confianza en lo que le decían sus autoridades. Ministro y Viceministros de Salud hicieron añicos esa credibilidad, diciendo hasta que ya habían pagado sueldos sin que lo hubieran hecho. Rescatarla cuesta, pero habrá que intentarlo.