Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Estados Unidos se pinta ante el mundo como el paradigma de la democracia que implica, entre otras cosas, no sólo la libertad de elegir sino la existencia de un sistema de legalidad en donde hay que rendir cuentas y la ley se aplica por parejo a todos los habitantes, sin distingos de producto de clase, condición social o poder. Y con esa imagen es que han desempeñado el papel del gendarme del planeta utilizando su extraordinario poderío militar para aplastar a regímenes que no son de su agrado y que, supuestamente, van en contra de esos “sagrados principios” que inspiran a la Unión Americana.

Hoy están inmersos en los resultados de una pandemia mal manejada desde el principio y que amenaza con un drástico repunte pero no es a eso a lo que me refiero cuando hago la pregunta de si podrán salir de ésta. En realidad me refiero a la forma en que se han dado los acontecimientos desde hace tres años y medio en ese país, ahora profundamente dividido como en la época de la guerra civil, y con la institucionalidad en verdadera crisis, al punto de que el país que blasonaba de ser el más respetuoso de la libre expresión del pensamiento es ahora escenario, diariamente, de la descalificación que desde la Casa Blanca se hace de la prensa que no se pliega a la “verdad oficial” que produce el trumpismo sin ningún rigor a la hora de valorar los hechos.

Nadie hubiera imaginado en los días de la lucha por los derechos civiles, en la segunda mitad del siglo pasado, que un Presidente de Estados Unidos iba a amenazar a los manifestantes que reclaman el respeto a su vida con echarles encima al Ejército, ese mismo que fue enviado a Irak y Afganistán, y con el mismo objetivo de aplastar al “enemigo”, con la variante de que en este caso son los miles de personas que protestan por el racismo estructural que persiste en ese país y que aflora especialmente en el comportamiento de elementos de las distintas policías que se ensañan en contra de la gente de color, negro o café.

Rompiendo viejas alianzas con países amigos, Estados Unidos se ha ido aislando del mundo y la prédica desde la Casa Blanca es de odio y racismo para exaltar la supremacía blanca. Pero lo peor parece estar por venir porque si bien han existido dudas serias de resultados electorales como el de Kennedy en 1960 y el de Bush en el año 2000, nunca se ha visto tan concreta la posibilidad de un masivo fraude como del que ya se empieza a hablar ahora que las encuestas parecen indicar que un triunfo del actual Presidente es sumamente difícil.

Esta semana el candidato Joe Biden fue preguntado por Trevor Noah si ya había pensado qué pasaría si Trump decide no irse de la Casa Blanca aún perdiendo la elección, situación impensable en la historia pero muy posible ahora. Biden dijo que sí ha contemplado esa posibilidad, pero que confía en que el Ejército escoltaría a Trump para que salga de la residencia oficial.

Temas impensables en el país que, con todo y casos como los de O. J. Simpson y Jeffrey Epstein, se siguen vendiendo como ejemplo de justicia, de libertad y de respeto a la ley.

Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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