Arlena Cifuentes
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Cómo ubicarnos hoy frente a la humanidad si en el proceso de su deterioro, del cual hemos sido parte, este nos pasó desapercibido en el transcurrir del tiempo y no es hasta que de un momento a otro, en los últimos diez o quinces años, un día x provocado por algún suceso que nos escandaliza, abrimos los ojos, nos damos cuenta y nos preguntamos qué sucede con la juventud, con las nuevas generaciones a guisa de queja sin ni siquiera detenernos a reflexionar qué jodidos ha sucedido. Indudablemente el núcleo familiar ha jugado un papel fundamental en ello que alimenta conjuntamente con la pobreza el deterioro masivo de nuestra sociedad que ante la indiferencia e incapacidad del Estado por cumplir y hacer cumplir las reglas mínimas de convivencia, entre otros, se degenera al punto de hacernos la vida cada día más difícil.

La permisividad a la transgresión de las leyes y normas es lo que hoy estamos viviendo en Guatemala, tanto las autoridades como los habitantes están muy lejos de cumplir y hacer cumplir el orden establecido.

Una de las características de la deshumanización de la sociedad es la perdida de la sensibilidad ante la necesidad o el dolor del otro lo cual se ha manifestado abiertamente durante estos meses desde que el COVID 19 tocó tierras guatemaltecas lo que ha hecho más evidente las desigualdades sociales, la distancia entre ricos y pobres. “Quédate en casa”-, nuestra sociedad no se conmueve ni se indigna ante ninguna situación a no ser que le toquen la piel directamente. En Guatemala el elemento que prevalece es la satisfacción de los intereses personales que confluyen en hombres y mujeres determinados por el egoísmo y el egocentrismo. El guatemalteco es inconsciente y pasivo lo cual coadyuva enormemente a la crisis política, económica y social en la que vivimos. La deshumanización nos está llevando a provocar nuestra propia destrucción.

La pobreza en nuestro país no es una característica nueva es parte de nuestra realidad. Lo verdaderamente impactante es como nos hemos ido acostumbrando a su existencia sin que en la actualidad nos inmutemos ante ella de tal manera que somos indiferentes, nada nos conmueve.

Qué decir de la tremenda insensibilidad de quienes nos han gobernado incluyendo al actual Gobierno que hasta hoy ha demostrado incapacidad y demagogia desde el “quédate en casa” tan inhumano, dirigido a las clases sociales económicamente estables hasta “el lavado de manos” “el uso de la mascarilla” y la total ausencia de una campaña educativa. Insensibilidad hacia el personal de salud; insensibilidad en los gastos fraudulentos; insensibilidad en mantener un gabinete y otros asalariados ganando lo que no merecen. Insensibilidad ante el dolor ajeno. Carecemos de funcionarios sensibles y de un liderazgo comprometido. Una utopía hoy en día.

El ser humano que no está consciente de su realidad no puede generar por ende una conciencia ni individual ni mucho menos colectiva. Enrique Canchola en su artículo “¿Es importante el Asombro? Dice “El asombro es el responsable de la inducción de la observación….. ya que los estímulos son importantes en la medida en que son capaces de provocar un asombro (emoción) lo cual induce a un cuestionamiento. Es importante mencionar que si algún individuo no está preparado para asombrarse no tendrá la capacidad de enterarse de los acontecimientos de su entorno o de su ser, es decir ni escucha ni oye, permanece ajeno al mundo.”

Lo anterior es un fiel retrato del guatemalteco, nos describe de la cabeza a los pies, ajenos totalmente a lo que les sucede a las mayorías abandonadas, sin techo, ni abrigo; sin un pan para el día. ¿Somos o no somos insensibles? Mientras pienso en cada semáforo a quién le doy y a quién no, o mejor no doy.

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