Emilio Matta Saravia
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El optimismo es la tendencia a ver el aspecto más positivo de una situación. Innegablemente es una cualidad que todo líder debe tener. Sin embargo, hay una línea muy fina entre una persona que es optimista y una persona que es fantasiosa. A diferencia del optimismo, uno puede caer en la fantasía cuando se deja llevar por la imaginación.
En repetidas ocasiones durante mi carrera profesional me he topado con personas que son muy optimistas, pero nunca dejan que el optimismo los arrastre fuera de la realidad. Este tipo de personas que generalmente son muy exitosas, tienden a ser muy realistas y a mantener los pies en la tierra siempre. También me he topado con personas que, aunque muy optimistas, se dejan llevar por la fantasía y se alejan demasiado de la realidad, dándose luego duros golpes cuando aterrizan en una realidad muy distinta a la que tenían en su cabeza.
Traigo esto a colación debido a que, en los distintos mensajes del gobierno, obviamente tratan de infundir optimismo en la población, dada la situación adversa en la que nos encontramos la mayoría de los guatemaltecos ante la pandemia de COVID-19. Esto no solo es comprensible, sino que también es el tono que deberían transmitir en sus mensajes. Sin embargo, deben ser extremadamente cuidadosos para no cruzar esa fina línea que separa al optimismo de la pérdida de la noción de la realidad. En distintas comunicaciones y mensajes, funcionarios públicos del más alto nivel nos dieron a entender que los hospitales temporales para atender la emergencia de Covid-19 ya estaban finalizados, cuando en realidad no todos habían finalizado su fase de construcción o de adecuación para recibir pacientes al momento en que se transmitieron dichos mensajes. De igual forma, para tratar de desvirtuar las demandas del personal que atiende a los enfermos en el hospital temporal del Parque de la Industria, se nos mostró a los ciudadanos una tabla de Excel con las compras proyectadas de insumos médicos para abastecer a los hospitales con los insumos necesarios, mismas que luego fueron declaradas nulas, manteniendo la incertidumbre sobre dicho abastecimiento.
Finalmente, me preocupa de sobremanera que se aborde el plan de recuperación económica del pais post COVID-19 de la misma forma en que se han manejado las situaciones planteadas en el párrafo anterior. Construir carreteras, hospitales y remozar escuelas puede ser un inicio adecuado para iniciar un proceso de recuperación económica, pero el plan debe ir mucho más allá. Además, el gobierno debe ser muy cuidadoso en el manejo macroeconómico, debido a que la política fiscal expansiva que han promovido para utilizar solo una parte de estos recursos para atacar los efectos provocados por la pandemia puede traer efectos inflacionarios a corto y mediano plazo si las obras de infraestructura no se ejecutan adecuadamente en los plazos previstos y debajo del presupuesto asignado. Ilusionarse con un proyecto en el puerto de Champerico sin realizar previamente un análisis de factibilidad técnico y económico es un error que puede resultar muy caro. De igual forma creer ilusamente que Guatemala será más competitiva devaluando la moneda, sin considerar el efecto inflacionario que una devaluación conllevaría, traerá graves consecuencias para los guatemaltecos, principalmente a los más vulnerables.
Solo son algunas reflexiones para ser optimistas sin desligarnos de la realidad.