Luis Fernando Bermejo Quiñónez

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Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
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En relación a la respuesta contra el COVID-19 me ha llamado la atención la inusual atención en Guatemala que ha atraído la respuesta de Suecia a cómo enfrentar la pandemia. Suecia se ha destacado porque no impuso cierres temporales de las actividades económicas (los llamados “lockdowns”) sino prefirió establecer mecanismos voluntarios de distanciamiento social. Existe una creencia en muchos sectores, que la respuesta de Suecia ha sido mucho más efectiva porque es más realista con la posibilidad que no se pueda evitar el contagio masivo y que dicho país ha podido evitar las peores consecuencias económicas del cierre obligatorio de actividades. No obstante, pareciera que las comparaciones de Guatemala con Suecia son engañosas si se toman en cuenta sus indicadores de salud y, por otro lado, los beneficios de dicha estrategia no son del todo claras sino quizá incluso la evidencia apunta en la dirección contraria.

En relación a su efectividad, algunos cuestionan la efectividad de la estrategia de Suecia debido a que, comparado con sus pares escandinavos, Noruega, Finlandia y Dinamarca, Suecia ha tenido una mucho más pronunciada cantidad de muertes y contagios. En relación a contagios según el tablero de control de la Universidad Johns Hopkins, Suecia al día de hoy reporta 30,799 casos, Finlandia 6,399, Noruega 8,267 y Dinamarca 11,315, pero quizá más importante, en cantidad de muertes Suecia reporta 3,831 muertes, Finlandia 301, Noruega 233 y Dinamarca 561. Como se puede apreciar, con países comparativamente similares y con culturas y ética similares, pareciera la decisión del gobierno sueco, ha causado directamente una mortalidad diez veces mayor. Ahora miremos el mito del supuesto mejor desempeño económico. Pues contrario al conocimiento “popular” de redes sociales, según un reportaje del Financial Times de fecha 10 de mayo, Suecia experimentará según estimaciones de la Comisión Europea un reducción del PIB del 6.1% y según su Banco Central una reducción entre el 7-10%. Es decir, sufrirá igualmente que sus pares europeos que establecieron “lockdowns” las mismas consecuencias económicas adversas de la pandemia. Pareciera que la decisión de Suecia, aparentemente en “papel”, está significando una decisión “ética” de aceptar más muertes.

Ahora bien, con esto no estoy diciendo que el curso de acción de Suecia no sea el indicado para Suecia, pero lo que sí debo subrayar es que es bastante desacertado promover lo mismo en Guatemala si comparamos indicadores de salud. Suecia tiene una población muy sana y a nivel de indicadores, tiene 2.5 camas de hospital y 5.5 médicos por 1000 habitantes según datos de la OECD. En cambio, Guatemala tiene unos de los índices más pobres de salud (más de 40% de desnutrición crónica infantil), un sistema de salud colapsado y capturado y según datos de la OPS tenemos 0.6 camas de hospital y 1.1. médicos por 1000 habitantes. Tampoco tenemos la ética sueca de orden y de confianza en las autoridades, sino todo lo contrario. La comparación sin más entre los países es, como mínimo, intelectualmente deshonesto. Aplicar anteriormente o de ahora en adelante una estrategia como la de Suecia sería tomar la decisión ética de aceptar mucho más muertes que las que se pueden esperar en Guatemala.

Guatemala necesita, no obstante, encontrar un camino “medio” entre proteger la vida de los guatemaltecos teniendo en consideración las carencias del sistema de salud y las necesidades de una economía con grave daño. Más que pensar en adoptar un modelo no aplicable a la realidad del país, lo que debe el gobierno es evitar sus mensajes contradictorios y asesorarse con los mejores epidemiólogos y asesores económicos para que, juntos, elaboren una estrategia basada en la ciencia. Se puede apreciar a simple vista que los autócratas que no pusieron atención a los científicos son los que hace el “top 3” de los países que más sufren las consecuencias de la pandemia, sino miremos a EEUU donde el tycoon dijo que era un “Democratic hoax” y van por más de 1.5 millones de casos y 90,000 muertes, a Rusia que se dio el lujo de exportar equipo de protección al inicio de la pandemia alardeando que Rusia no había sido afectada con ahora más de 300,000 casos y 3,000 muertes y Brasil donde la dejadez de Bolsonaro ha causado más de 270,000 casos y más de 17,000 muertes. Estimado Presidente Giammattei, no cometa los mismos errores y busque asesoría científica en esta materia, Guatemala no necesita improvisar la respuesta y la salida de las medidas. Hizo muy bien en comenzar a asesorarse con el Doctor Edwin Asturias.

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