Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas.” Confucio
Somos una sociedad bastante golpeada por sucesos de toda índole que han desviado el camino que podemos creer era el más adecuado, pero seguimos adelante aún después que se han quedado tantos en el camino, hoy que un virus azota la salud y la vida de la sociedad global, como comunidad tercermundista golpeada por muchos males, enfrentamos el reto dentro de nuestras posibilidades, sin contar con los insumos elementales, para salir adelante en el contexto actual.
Tenemos hasta el momento, un bajo índice de infectabilidad y de mortalidad, es necesario analizar, que aunque nos encontramos ante la incertidumbre de la evolución del virus que hoy nos perjudica, tenemos otros males más que debemos afrontar y erradicar, que con el COVID 19 o sin él, igual nos han acechado durante toda nuestra historia.
Uno de esos males, es la corrupción, que campea por el 99% de las instituciones del Estado, autónomas, semiautónomas y demás, la corrupción es un factor muy importante en el aumento del Gasto Público, y una enfermedad social para el mundo entero, pero de mayor impacto en Latinoamérica, porque se ha intensificado en la mayoría de los países latinoamericanos, e incide negativamente en un crecimiento desconsiderado e irremediable del gasto público, sin que la población reciba los beneficios directa ni indirectamente, ni se encamine hacia un desarrollo social, económico y humano, porque incide en la baja ejecución real del presupuesto, un informe de auditoría no siempre refleja la realidad de la calidad de la obra o servicios públicos cuando esta se desarrolla solamente sobre documentos.
Otro mal que nos aqueja, es la dependencia de otras sociedades, derivado de la carga de la Deuda Pública que nos hace una sociedad dependiente, económica, social y políticamente de las potencias que nos utilizan para su beneficio, y que nos ven con el rabillo del ojo, nosotros cada año nos endeudamos más, porque los presupuestos públicos nacen desfinanciados, surgen con el pecado original de la falta de equilibrio, que origina una brecha entre los ingresos y egresos imposible de ajustar durante el periodo en tiempos ordinarios, tanto que, una catástrofe mundial como la actual representan cada vez más desequilibrio.
Como consecuencia, del aumento de la corrupción y del incremento de la Deuda Pública, sumados a una rancia e impenetrable burguesía, que no permite el desarrollo de los empobrecidos, conservamos una masificada ignorancia estructural que perjudica a un alto índice de la población, que es considerada pobre, o que vive en extrema pobreza, negándole acceder a la salud, vivienda, trabajo y educación, factor determinante la cuarta para mantener el estado de las cosas como conviene a los intereses de los menos, sacrificando con ello a los más, producto de la precariedad en la que se encuentran los focos de desarrollo, vivimos en un analfabetismo estructural que limita a la persona en la crítica racional, lo que nos hace una sociedad tradicionalmente sumisa y poco cuestionadora de los sucesos.
Todo lo anterior se refleja en las crisis, en las que la emoción nubla la razón, y nos encontramos con escenarios complejos por la falta de comprensión del problema que se presenta, resultado: Indisciplina, poco conocimiento y análisis de la dimensión de un problema, la ignorancia es el más grande de los males que acechan a la humanidad, es una enfermedad con varios agravantes, entre ellos, que es una arma por medio de la cual se calla la voz del oprimido.
Mientras una sociedad sea ignorante, será fácilmente manipulable y se alienará a cualquier doctrina, credo o religión, sin preguntar ni cuestionar nada, por eso es tan importante atacarla de fondo, la libertad del individuo pasa a ser la libertad de todos.