Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Cuesta mucho medir el nivel de conocimientos y experiencia en cualquier ámbito profesional como para hablar en términos generales sobre la capacidad y talento de un gremio, pero si utilizamos como indicador la forma en que nuestros compatriotas se abren las puertas en países con alto desarrollo científico, sin duda que la comunidad médica de Guatemala cobra un relieve muy importante porque en numerosas especialidades destacan a la par y hasta superando a galenos graduados en las más prestigiosas y reconocidas universidades

Ciertamente si uno usara como parámetro a la gente que ha pasado por la conducción de nuestro sistema de salud pública las conclusiones se vienen abajo porque la mediocridad está acompañada, en iguales proporciones, con la avaricia y la gana de hacer pisto fácilmente. Pero en general estoy convencido de que en pocos campos tenemos tantas lumbreras como en el de la medicina y ello se confirma con la cantidad de estudios y trabajos de investigación que han publicado en las más renombradas revistas científicas compatriotas nuestros.

No deja de ser una paradoja tener tantas lumbreras cuando somos uno de los países más atrasados en cuanto al sistema de salud pero ello no tiene tanto que ver con la formación de nuestros médicos sino con la perversión de nuestro sistema que viene siendo carcomido por la corrupción desde hace muchas décadas. Pero los niveles de diagnóstico y tratamiento que se dan en Guatemala en el área de la medicina privada son generalmente reconocidos como acertados y eficientes por especialistas consultados en el extranjero por pacientes que buscan una segunda opinión. Desde luego no se puede ni deber generalizar ni para lo malo ni para lo bueno y es obvio que así como hay lumbreras hay también farsantes que en su vida han leído siquiera la literatura que les entregan los visitadores médicos y para quienes la labia sustituye al conocimiento.

Pero el caso es que disponemos de suficientes especialistas como para que en esta época de crisis se pueda disponer de una especie de Consejo capaz de asesorar de la mejor forma a las autoridades respecto al manejo de la situación. Así como los economistas tienen que ilustrar respecto a las acciones necesarias para salir del atolladero en que los metió el coronavirus, los expertos en salud pública tienen que figurar ahora entre los más cercanos asesores del gobierno para encaminarnos a una situación en la que se pueda manejar el nivel de contagios, tomando en cuenta que es una fantasía creer que con el sistema de salud que tenemos podamos ser uno de los países con menor número de muertos por millón de habitantes.

Admirables son esos médicos y sus asistentes en la primera línea de tratamiento de los enfermos de Covid-19 porque lo hacen sin disponer de los recursos necesarias para preservar su propia salud, no digamos sin el emolumento que compense el enorme sacrificio y riesgo. Pero uno de los mejores apoyos y respaldos que se les puede dar es un eficiente manejo de la epidemia, que no significa su control que por ahora parece remoto, y para ello nada mejor que los médicos que están en la conducción, empezando por el presidente, llamen a los que verdaderamente saben y son expertos para que les recomienden, con base en la ciencia, los pasos que deben dar.

Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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