Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

post author

Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Me siguen sacando de leva los mentados “analistas” que de un tiempo a esta parte han aumentado de manera considerable. Sus modalidades varían según las necesidades, entre otros, los asuntos políticos, los electorales, los sociales o los económicos. Sobre este último, recientemente escuché sus opiniones sobre el por qué en abril 2020 la canasta de productos básicos subió Q44.71, llegando a Q3,615, aduciendo algunos que se deben a factores de oferta y demanda de la economía y hay hasta quienes argumentan que es cuestión de temporada. De aquí parte esta pregunta: ¿Por qué no hablar con la verdad, cuando sabemos todos que la especulación es el factor principal para aumentar los precios?

Los “aprovechados” son sujetos de creación espontánea en Guatemala. Ni bien se obscurece el cielo, la lluvia la utilizan para incrementar sus precios, así como cuando los del medio oriente del globo terráqueo, el día menos pensado se les ocurre ponerse a pelear con sus vecinos, en nuestro país espontáneamente, si posible el mismo día, suben los precios de todos los combustibles y lubricantes.

Como es sabido, la canasta básica se compone de 34 productos que son, como su nombre lo indica básicos para la alimentación, como el arroz, avena, pan dulce, pollo, embutidos, leche líquida, tortillas, queso fresco, aceite para cocinar, frutas como la piña, verduras como el güisquil y la papa, azúcar y el frijol. Pues cuando se divulgó que para contener la pandemia del Covid-19 se iban a prohibir las reuniones de todo tipo, incluyendo los rezados en las iglesias, cumpleaños de los patojos y no digamos las procesiones y el toque de queda, los integrantes de la cadena mercadológica chapina salieron volando para subirle el precio a todo lo que pudiera ser producto esencial.

-Qué solidaridad ni que ocho cuartos, dicen los cultivadores, los tenderos, los marchantes en los mercados y hasta la señora que vende el atol, las tostadas y los panes con frijoles en las esquinas de las fábricas, solo ven el derecho de su nariz y lo demás les viene del norte. Igualitos a los diputados, desde que tengo uso de razón.

¿Sabe por qué ocurren estas cosas en nuestro país estimado lector? Porque los precios los determina la oferta y la demanda, explican los “analistas económicos”, pero la verdad es otra cuando se han perdido los principios, valores, ética y moral, lo que sumado a la ausencia de solidaridad terminan importando un comino las necesidades de los demás. ¿No es cierto que a los autobuseros les importa muy poco que el valor del pasaje sea de un quetzal, cobrando más por las tardes y el doble por las noches?

De Paul Harris, fundador en 1905 de Rotary Internacional, el primer club se servicio a nivel mundial, son las siguientes palabras: “En este mundo nos hace falta comprender más y mejor el valor de las cosas y la falta de valor de otras.” Y siguen siendo valederas.

Artículo anteriorCOVID-19, ¿qué se espera de la economía después de la pandemia?
Artículo siguienteHotel Pan American suspende operaciones por crisis del COVID-19