Douglas Abadía

douglas.abadia@gmail.com

Politólogo, asesor y consultor político, miembro de Analistas Independientes de Guatemala, Docente Universitario.

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Lic. Douglas Abadía C.
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En la actualidad es común afirmar que los partidos políticos son vitales para el funcionamiento de la democracia representativa; la mayor parte de las definiciones de democracia expresan que este es un sistema basado en partidos que compiten por alcanzar y ejercer el poder político, mediante su participación en elecciones universales.

En Latinoamérica los estudios de latinobarómetro muestran que la confianza de la ciudadanía en los partidos políticos es cada vez más baja, Guatemala no es ajena a dicho fenómeno.

En las elecciones generales los ciudadanos delegan su representación en quienes eligen, por el voto mayoritario, para que ejerzan las principales funciones de dirección del Estado –ya sea en el gobierno central, en el Congreso de la República o en el gobierno municipal– durante un período de tiempo previamente establecido en la ley Constitucional.

Los partidos políticos guatemaltecos se encuentran en una fase crítica de su devenir histórico. Tanto dirigentes como dirigidos están inconformes con el funcionamiento de los partidos políticos y con los resultados de su desempeño.

En la práctica, los partidos políticos se denominan, en su mayoría, democráticos, y todos acreditan la construcción y participación dentro de un régimen democrático. Sin embargo, sus estructuras no reflejan prácticas democráticas a lo interno del partido, por el contrario, la organización formal parece reflejar los valores sobre los que opera la política actualmente, ligados al autoritarismo, paternalismo y centralismo.

En lo personal considero que no existen partidos políticos en nuestro país, sino andamiajes oportunistas en aras de alcanzar, conservar y expandir poder.

A los partidos políticos guatemaltecos, si es que se les puede llamar de esa manera, les urge fortalecer la democracia, creando mecanismos internos de selección candidatos y candidatas con un perfil mínimo (aunque riña con la representación política), quienes con su desempeño desde sus cargos comiencen por reconstruir la poca confianza que existe entre la ciudadanía y los partidos políticos.

Los partidos políticos guatemaltecos deben de ser transformados, modernizados y sobre todo cumplir con una de sus funciones vitales, ser canal de comunicación entre gobernantes y gobernados, en aras de fortalecer la democracia participativa y representativa.

Podrían empezar dicha transformación-modernización con la implementación de normas legales (aparte de los requisitos Constitucionales y legales para ser candidato a algún puesto de elección popular) que obliguen a los aspirantes a candidatos (as) a presentar una bitácora con sus antecedentes éticos, entre otros aspectos de interés.

La elaboración y socialización de un Código de Ética, a modo de rescatar y fortalecer los valores y principios, así como el cumplimiento de la antigüedad en el partido, por ejemplo.

En fin, en próximas colaboraciones seguiré abordando el fenómeno de los partidos políticos guatemaltecos, con la finalidad de aportar ideas a los dirigentes y a la población en general que permitan fortalecer nuestra democracia.

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