Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Cada persona tiene características propias que la convierte en un ser especial. Y al apreciarlas podemos observar su lindura.
Estamos acostumbrados a que la industria de la moda y determinismos de la sociedad imperante nos dicten y especifiquen parámetros que determinen que es bello. Por lo cual, nos cuesta definir con propiedad, lo que significa belleza.
De forma tradicional las medidas de lo que es considerado como bello en muchas circunstancias son mecanismos de control social. Que muchas veces contribuyen al menoscabo de la autoestima de las personas, al someterse a metas inalcanzables.
El momento actual, la pandemia, contribuye en algunas sociedades, al derrumbamiento de los estereotipos de belleza. No solo porque la vestimenta cambió, y ya no tiene la misma relevancia. Y lo verdaderamente hermoso es lo que contribuye a alentar el alma y a fortalecer la vida.
Ahora, es notorio encontrar belleza en un gesto de amabilidad, en actitudes compasivas, divertidas y en la solidaridad para los demás. En una mirada, en una sonrisa cuando es posible observarla, en actitudes serviciales, en la preocupación de unos por otros, que se manifiesta con una pequeña comunicación para averiguar como está la persona, que mensaje puede ayudarle a rescatarse a sí misma, del posible miedo o dolor que pueda padecer. Saberle decir al otro, que no se encuentra solo, que se encuentra entendido y que lo que le suceda si es importante.
Pensar en el sentir del otro, y actuar tratando de ayudar desde los recursos propios. Desvaneciendo envidias, celos, egoísmos y también resentimientos.
La persona que se muestra con belleza en su interior es capaz de provocar en quien la contempla bienestar y placer inclusive espiritual. Para este tipo de hermosura, el tiempo no es una limitante.
Durante períodos de crisis las personas tienen la oportunidad de mostrar lo mejor de sí mismas, o de manera contraria, la peor faceta que las acompañe.