Sandra Xinico Batz
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Que la ciudadanía tenga que cuidarse de los diputados dice todo del estado de putrefacción en que se encuentra el Congreso de la República y del tipo de democracia que se ejerce en el país. Se ha convertido en “normal” la desconfianza hacia los políticos y en verdad que estos se han “esforzado” en que así sea, literalmente un “hazte fama y échate a dormir”.
Guatemala tiene una clase política rancia, super cristiana y de doble moral, que por generaciones ha sido parásita y ha legislado en favor de los ricos; a pesar de que en esta existan facciones, todas cierran filas cada vez que se vuelve necesario proteger sus intereses para mantener sus privilegios, claro está que esto ocurre siempre en menoscabo de los pueblos. No es que estemos viviendo una nueva crisis, porque las crisis son la cotidianidad de países empobrecidos como este. La verdadera pandemia es precisamente esta clase política, que se somata el pecho alabando a Dios, pero se dedica a agobiarnos, pues es financiada para ello a través del capital de los ricos que históricamente se ha formado a puro saqueo y el despojo. Estos mismos ricos son lo que tienen el descaro de vociferar que todo lo queremos regalado del Estado, cuando en realidad son ellos los que principalmente han gozado de garantías que el Estado les provee hasta hoy; son quienes menos pagan impuestos porque les permiten evadirlos, los pobres en cambio pagamos impuestos para todo y si no lo hacemos nos cae la ley.
Lo que ocurrió hace unos días al intentar exonerar por 100 años de impuestos a las empresas no sólo es inaudito, sino que una vez más es una alerta, de que en medio de lo que se está viviendo por el Coronavirus se buscará aprovecharse del contexto para seguir enriqueciéndose a costa de la desgracia de la gente. Por esto es importante no perder la memoria, no olvidar sus rostros, sus nombres, porque es más que evidente que no sólo no tienen vergüenza, sino que están dispuestos a limitar cualquier derecho humano o irse incluso contra la vida misma de esa ciudadanía que juraron defender.
Limitar el acceso a la prensa a las sesiones del Congreso, es parte de este ambiente de secritividad que se ha generado para confundirnos, para jugar con nuestra emocionalidad. La desinformación la está alimentando el gobierno con esa actitud prepotente del presidente que amenaza a la población con el delito de sedición y que abiertamente ha dicho que si por él fuera les aplicaría con gusto el Toque de queda a los periodistas para que no lo “fastidien” más.
Nada bueno podemos esperar de los mismos de siempre, tampoco de sus descendientes. Esta clase política ha buscado perpetuarse para seguir sirviendo a los ricos, no sólo no cederán, sino que tampoco se detendrán en la avanzada que tienen contra la vida de nuestros pueblos. No son nuestros gobernantes, son parte de la desgracia que arrastra este país desde que fuimos invadidos hace 500 años.