Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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En las últimas décadas el país ha sido víctima de un flagelo que hoy nos coloca en muy precaria situación para enfrentar la mayor pandemia en la historia de la humanidad. Guatemala es uno de los países con menor inversión durante décadas en su sistema de salud y lo poco que se asignaba fue vilmente saqueado por una caterva de criminales que se enriquecieron no sólo en las compras de medicamentos e insumos sino también con la negociación de asquerosos pactos colectivos. El problema no es sólo en Salud Pública sino que es un vicio regado por todo el sistema y todos los poderes del Estado se contagiaron porque si el COVID-19 es contagioso, la corrupción lo es mucho más y se propagó en forma escandalosa y pavorosa.

Creer que eso terminó el pasado 14 de enero con el cambio de gobierno, luego de que la elección se realizó en el marco de las reglas impuestas por el Pacto de Corruptos que se renovó en el Congreso de la República, como pudimos ver ese mismo día con las negociaciones que se hicieron para elegir a la directiva, es de ingenuos o de tontos. Aquí siguen los mismos, sigue la misma voracidad y siguen las mismas mañas. Creer que porque estamos en época de crisis a los pícaros se les ablandó el corazón y no van a hacer más negocios sería el peor error que como sociedad podríamos cometer.

Al contrario, las tormentas, el terremoto de San Marcos, y la erupción del Volcán de Fuego nos enseñaron que las calamidades abren la puerta a más negocios que se vuelven más productivos. Y hora lo vimos porque llegaron al descaro de poner en las iniciativas hasta lo de la Asociación de Dignatarios, lo del Parlacen y lo del Congreso, pero hay muchas más cosas a las que le debemos poner ojo porque de lo que se ha aprobado casi nada es para la crisis y el gobierno está despachándose con la cuchara grande con las ampliaciones presupuestarias.

En medio de la pandemia la atención ciudadana estará centrada en la crisis de salud y eso deja a sus anchas a los pícaros que saben cómo se mueve la melcocha y que, por supuesto, no han quitado maña y están prestos para hacer de las suyas. Por eso los ciudadanos tenemos que entender que mientras más dinero se roben, peor será la situación del país y más difícil será la recuperación económica y, también, peores serán los efectos del coronavirus.

La idea de incrementar el castigo a los pícaros que se aprovechen de esta crisis haciendo negocios sucios, como era de esperar, no tendría eco en el Congreso porque era algo así como que se pegaran un tiro en el pie ellos mismos. Pero ya vimos el peso de la opinión pública con el caso de los mal llamados Dignatarios, del Parlacen y del Congreso, porque la presión ciudadana los hizo recular. En otras palabras, lo que tenemos que hacer es ser vigilantes y además ejercer la ciudadanía para que no nos hagan de chivo los tamales. Por eso en La Hora proponemos: #LaCorrupcionEmpeoraElCovid19

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