La Junta Directiva del Congreso, constituida en Comisión Permanente por el receso parlamentario, aún no ha convocado a sus integrantes para fijar fecha a la sesión extraordinaria en la que se discutiría la iniciativa de ley que presentó el Ejecutivo. Foto: Congreso

Prácticamente los mismos diputados que eligieron a la actual Junta Directiva muy disciplinadamente fueron los que ayer aprobaron una ampliación presupuestaria que no tiene nada que ver con la crisis que estamos viviendo pero que fue prácticamente exigida por el Presidente, quien atacó frontalmente a los que se opusieron y aplaudió a los “buenos diputados” que estaban prestos para sacrificarse sesionando el domingo.

Corresponde a la sociedad ahora hacer una auditoría de qué fue lo que se incluyó en esa ampliación presupuestaria para explicarle el detalle a los ciudadanos. Se ha dicho, por parte de diputados que sesionaron pero votaron en contra, que apenas el 16 por ciento de lo que se ha aprobado tiene que ver, aunque sea remotamente, con la emergencia que nos tiene a todos preocupados y en la que debiera estar centrado el gobierno, así como los diputados, porque se avecinan tiempos de verdadera calamidad. En cambio, se dotó de recursos a todos los sucios y corruptos pactos colectivos que se han firmado en distintas dependencias públicas y se asumen compromisos que no son en absoluto urgentes y que, al paso que vamos, ni siquiera debieran estar en el foco de atención de nadie, más que de aquellos que saben cómo sacarle el jugo a esas partidas en ministerios donde la corrupción es galopante. No digamos los Q10 millones que le dieron a la oficina contra la tortura vinculada a Gustavo Alejos.

Y corresponde a la ciudadanía hacer el trabajo que ya sabemos que no hará la Contraloría de Cuentas porque son coyotes de la misma loma. Es cierto que hoy la preocupación de todos tiene que ser la pandemia y que la misma prensa se tiene que centrar en ella, pero no podemos voltear la vista cuando el Congreso sigue actuando como lo ha hecho ya tradicionalmente y aprueba decretos que son leídos en forma realmente ofensiva para la inteligencia de la gente con la única intención de que nadie se entere de qué es lo que aprueban.
La pandemia que se vive será mucho peor de la que se vivió en tiempos de Estrada Cabrera y que despertó a mucha gente por la forma en que la dictadura enfrentó la crisis. Lo mismo tiene que pasar ahora con la dictadura de la corrupción que sigue haciendo estragos en el país y que nos llevará al abismo porque no quieren entender que no es momento de estarse centrando en los viejos y lucrativos negocios que tanto rédito han significado para la caterva de políticos que tenemos.

Giammattei ya tiene su ampliación presupuestaria. Ahora nos compete a los ciudadanos fiscalizar el uso del dinero.

Redacción La Hora

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