Los países que han tenido buenos resultados en disminuir el contagio, aplanando la curva dicen los expertos, lo pudieron lograr al aumentar el número de exámenes realizados para detectar la mayor cantidad de personas contagiadas y, de esa manera, no sólo aislarlas, aunque no presenten aún síntomas, sino que además investigar los contactos que tuvo recientemente cada uno de los enfermos para darles el debido seguimiento y someterlos, también, a exámenes para determinar si fueron contagiados. En Guatemala hay un clamor de entidades serias para incrementar la cantidad de exámenes, pero el gobierno parece estar cómodo con la realización de 21 pruebas por millón de habitantes, cuando otros países superan con mucho esa cifra.

El control del avance de la enfermedad es posible enfrentando la realidad sin presumir de que ya se ha controlado la pandemia. Pero para ello tenemos que avanzar seriamente en la determinación de cuánta gente hay realmente contagiada.

Pero otra batalla que tiene que ganar el gobierno es la de la credibilidad porque se sabe que las cifras que ofrece no son, al menos, precisas. Ya no es secreto que hay personas que contrajeron el COVID-19 pero cuyos casos no trascienden por alguna razón y si hay al menos uno así, confirmado, solo Dios sabe cuántos más pueden existir en realidad y eso es dañino para la necesaria confianza que el ciudadano tiene que tener en las informaciones oficiales. Cada vez es más difícil ocultar la verdad porque las famosas redes sociales se encargan de destaparlo todo, hasta con exageraciones, pero la única forma de atajar el efecto dañino de las mentiras en esas redes es encarando la realidad tal como es.

Se nos insiste todo el tiempo que sólo hay que escuchar lo que dicen las fuentes oficiales, pero en ese sentido es indispensable que éstas comuniquen siempre la verdad. Nadie está pidiendo nombres de los enfermos porque ya vimos cómo la opinión pública reacciona irracionalmente, como ocurrió con el caso del primer muerto, pero si hay enfermos que no están siendo llevados ni a Villa Nueva ni a los nuevos hospitales como el del Parque de la Industria, es obvio que la ciudadanía entre en sospechas y hasta que piense que pueda haber dobles raseros para el tratamiento de la enfermedad.

Exámenes profusos, seguimiento real de los que están en cuarentena, lo cual no se hace según el testimonio de una columnista de Plaza Pública, y esmero por decir siempre la verdad es algo que dará tranquilidad al ciudadano y en lo que el gobierno se debe esmerar.

Redacción La Hora

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