Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Hay una anécdota que contó un asesor de Barack Obama en el 2008 pues comentó que cuando les estaban presentando el panorama económico y lo que estaba por venir, solo pensaban si no podían hacer un recuento de votos para ver si se quitaban tener que vivir con esa espantosa realidad.
Pues me imagino que algo así podría pensar el presidente Alejandro Giammattei dado que nunca, ni en el más loco de sus sueños, imaginó que le iba a tocar enfrentarse con una pandemia en una Guatemala con grandes divisiones, con enormes rezagos, con tanta gente dejada atrás y con enormes retos.
Pero como uno en la vida no está para andar escogiendo sino se trata de ir enfrentando las realidades que nos vienen, a Giammattei le tocó lidiar en las primeras de cambio con una crisis que nadie querría enfrentar. En varias ocasiones, el mandatario ha dicho que aquí todos estamos aprendiendo y cuanta razón lleva.
Nadie tiene una bola de cristal, pero enfrentar esta crisis para Guatemala está siendo como aquel hermano menor que ya vio a sus hermanos pasar por lo que hoy enfrenta. Eso no quiere decir que los dilemas son menores o que las decisiones son fáciles.
Ayer dijo Giammattei que él no iba a hacer lo que han hecho otros en Centroamérica, porque eso es pegarse un tiro en el pie desde el punto de vista económico. El problema es que, si ni logramos contener de verdad la pandemia, tendrán que venir más días de encierro, una cuarentena nacional y la crisis se termina prolongando, lo que a la larga afectará más la economía.
Siempre he dicho que golpear la economía será menos doloroso si logramos contener la enfermedad, pero si lo segundo no pasa, el efecto de lo primero se deberá multiplicar y las consecuencias pueden llegar a ser devastadoras.
Esto no es competencia, pero nuestros vecinos ya adoptaron las medidas “draconianas” que tanto le criticaron a China y veremos los resultados. China, a pesar de sus errores iniciales, tomó medidas que ni Italia, ni España ni Estados Unidos tomaron de un inicio y las consecuencias están a la vista.
Y digo que sería una situación devastadora porque otro enorme problema que tiene el Presidente es que debe ir tomando decisiones como aquel piloto que no ve mucho y tiene pocos o nulos instrumentos. El Gobierno dispone de 3 mil pruebas (ese ha sido un problema para el mundo, no solo GT) y por tanto no se ha podido hacer exámenes masivos que nos permitan saber en realidad cómo estamos.
Sabremos en realidad, Dios no lo quiera, si a las emergencias de los hospitales empiezan a aparecer personas desesperadas en muy malas condiciones y si eso nos llega a pasar, el panorama es otro porque si los sistemas de salud de primer mundo han colapsado, no digamos uno como el nuestro con tanta carencia pero que ha sido objeto de tantos negocios a través de los años.
Mucha de nuestra gente, lastimosamente, no quiere entender que esto es un tema serio. Algunos por esa cultura de irrespeto que se tiene y otros por falta de alcance mental, pero la realidad es que un buen número de personas (como en países de primer mundo) sigue sin distanciarse y eso agrava la situación.
Quien diga que Giammattei, Guillermo Castillo y su Gobierno la tienen fácil es un gran mentiroso. Pocos quisieran estar en su lugar tomando decisiones, pero, el mandatario debe decidir en medio de esa soledad que da el poder, si se anima a ser “draconiano” y tratar de enderezar luego la economía, liderando un pacto nacional, o si es menos “extremista” por salvar la economía, pero con el riesgo que no detengamos la pandemia y con eso, prolongar el sufrimiento económico que nos abrirá otra tragedia.
Sí, usted Presidente tiene el peso de millones de guatemaltecos en su espalda y que Dios lo ilumine por el bien de todos y nunca olvide lo que ha dicho en esta crisis: como no hay reelección no tengo que andar buscando quedar bien con la gente.